Los motivos de Sor Filotea
Una leyenda negra rodea la vida de
Sor Juana Inés de la Cruz; su nombre es Sor Filotea. La historia aceptada por
la mayoría de sorjuaninos del siglo XX, asegura que en un acto de reproche, un
obispo escribió una carta abierta dirigida a la monja con la misión de
reprimirla. Personajes como Octavio Paz, pusieron a Sor Juana como una víctima
de los intereses eclesiásticos y la envolvieron con un halo de martirio en
donde el alto clero mexicano conspiró en su contra. Esa ha sido hasta hoy por
muchos, tomada como la historia verdadera; sin embargo un giro en la trama
ocurrió en 2010 cuando se descubrió en la Biblioteca Palafoxiana los bocetos de
una carta que podría acabar con el escándalo. Todo comenzó en 1690 con una
visita misteriosa a los locutorios de San Jerónimo…
Según se sabe, un personaje
desconocido le pidió a la monja su opinión sobre el “Sermón del mandato” del
jesuita Antonio Vieria pronunciado en 1642. Sor Juana, conocida por poemas, loas, obras de
teatro, villancicos y todo tipo de verso y prosa, jamás había externado sus
opiniones teológicas por temor a la inquisición; pero su enorme dominio sobre
los temas filosóficos y el conocimiento profundo de la intelectual, le
permitieron dar una opinión tan asombrosa que el personaje incógnito le
solicitó ponerla por escrito. Este texto solo conocido por pocos como un
secreto a voces, llegó a manos del obispo de Puebla y reconocido teólogo,
Manuel Fernández de Santa Cruz.
Busto de Sor Juana Inés en la UCSJ |
Fernández al leer tan magistral
disertación optó por imprimirla sin consentimiento de Sor Juana bajo el título
de “Carta Athenagorica” o “digna de la sabiduría de Atenas”. Al volverse
pública, comenzaron a surgir panfletos escritos por doctores de la iglesia
apoyando o refutando a Sor Juana. Aunque se sabe que quienes la criticaban,
eran los menos, el revuelo suscitado fuera del convento mortificó a la monja. Entonces,
cuenta la historia, llegó a San Jerónimo una carta escrita por una tal Sor
Filotea preguntando a Sor Juana los motivos por los cuales no se dedicaba de
lleno a la religión.
Esta historia la conocemos pues fue
la misma Sor Juana quien dejó memoria de ella al redactar el 1 de marzo de 1691
“la respuesta a Sor Filotea” como lo que parecía ser una justificación a los
motivos por los cuales Sor Juana se inclinó por las letras y el conocimiento.
“Así, yo, Señora mía, sólo responderé que no sé qué responder; sólo agradeceré
diciendo que no soy capaz de agradeceros.” Las teorías aseguran que Manuel
Fernández se ocultaba bajo el seudónimo de Sor Filotea (cuyo nombre significa
coincidentemente “querer y amar a Dios”). Esto porque aparentemente de esta
forma podría reprimirla o regañarla, pero ante la carencia de más textos en
torno al caso, los motivos quedaron en teorías.
Así ocurrió hasta que en 2010 el historiador Jesús Joel
Peña halló en la Biblioteca Palafoxiana tres borradores de una carta que habría
escrito Manuel Fernández para responder a Sor Juana. Las cartas serían
analizadas posteriormente por Alejandro Soriano en cuyo contenido se encontró
una versión diferente a la que por años se tuvo con respecto a la relación de Sor
Juana y el clero.
Lo que muchos entendían como un regaño de parte del
obispo, en realidad era una invitación a que Sor Juana dejara de lado los
poemas y las obras por la teología. Habría usado el seudónimo de Sor Filotea
para bajar su rango y que no se le tomase en serio a sor Juana solamente porque
un obispo la ayudaría, sino para que las propias palabras de Sor Juana la
defendieran a sí misma. Era una invitación a formar parte de las disertaciones
del alto clero y de la enseñanza teológica: “¿Hasta cuándo hemos de ver
solamente flores? Ya es tiempo de que usted dé maduros y sazonados frutos; y
pues está en estado de poder enseñar, no dé pasos ociosos al aprender […] es
amparo y desamparo de Dios en Saúl, en que puede usted explayarse en documentos
políticos, morales y místicos; que como sea sin atarearse, sino ocupando los
ratos que sobraren de las demás útiles y religiosas ocupaciones, será diversión
utilísima […] Enero 31 de 1692”.
Así pues, los motivos que vieron nacer la “respuesta a
Sor Filotea” no era un obscuro problema de intereses religiosos como aseguraba
Octavio Paz; sino aparentemente la invitación del obispo Fernández a narrar los
motivos que la orillaban al conocimiento para justificar su pronta entrada al
mundo de las disertaciones teológicas y políticas. Dar un salto del mundo
frívolo de la poesía a la filosofía docta. Aquello nunca pudo concretarse pues
la muerte sorprendería a la monja a los 47 años, el 17 de abril de 1695,
quedando el episodio como un oscuro relato de los últimos años del fénix de
América.
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