El meteorito de Dios

 “Los curiosos versos grabados en un meteorito"

Detalle del meteorito en el vestíbulo del Palacio de Minería (Fotos: Mario Yaír T.S.)
 

Cuando un meteorito entra a la atmósfera terrestre suelen ponerse a girar, pero hay algunos que se quedan estáticos. La velocidad, el aire y el fuego labran estos meteoritos de hierro dándoles forma de cono. Se les llaman Meteoritas Orientadas. Willamette en EUA es el más grande del mundo, pero los expertos coinciden que “el Morito” (el segundo más grande) lo supera en calidad estética.

Asegurando que la roca metálica era indestructible, algunos indígenas comenzaron a alabarla por venir del cielo. Por eso era un punto clave en su travesía por las tierras del norte. Su entrada desde el espacio no fue su último viaje. Rafael Pastrana, dueño de la cercana Hacienda de San Gregorio en Chihuahua ordenó que lo llevaran en 1600, con la ayuda de 50 hombres, a su hacienda. Aquella fecha quedó catalogada como el año de su descubrimiento, causando sensación entre la población asombrada por aquel extraño metal.

Situado en una esquina de la casa, “El Morito” volvió a viajar en 1893 cuando fue trasladado a la Ciudad de México para decorar el vestíbulo del Palacio de Minería. Sin embargo se llevó un recuerdo de su estadía en la hacienda de San Gregorio. 

A simple vista no es posible detectarlo, pero quien tenga la curiosidad de inspeccionar de cerca el meteorito podrá descubrir en su superficie un poema grabado por manos desconocidas, que revela el asombro que causaba la extraña roca.

“Solo Dios con su poder
este fierro destruirá
porque en el mundo no habrá
Quien lo pueda deshacer.
Año de 1821”


Detalle de la meteorita

Palacio de Minería

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