El indio pintor
Alrededor
de 1950, el joven Desiderio Hernández Xochitiotzin viajó a la ciudad de
México para conocer los murales que Diego Rivera había terminado en el
Palacio Nacional. Al tener los murales de frente, tuvo una duda y vio a
un grupo de extranjeros que tenían una visita guiada. Se acercó al guía
oficial del palacio y antes de que pudiera terminar su pregunta el
hombre le respondió – Lo siento, pero yo no trabajo para indios…
Desiderio volvió a su natal Tlaxcala donde le esperaba una reunión con el gobernador Joaquín Cisneros y el poeta Miguel N. Lira. El guía no lo sabe, pero aquel “indio” era egresado de la Academia de Bellas Artes de Puebla y está a punto de realizar la última obra maestra del muralismo mexicano.
La comisión era entonces decorar los muros interiores del Palacio de Gobierno de Tlaxcala pero con una sola misión: demostrar que los tlaxcaltecas no habían sido traidores a la patria. No fue fácil; después de estudiar a cabalidad la historia del estado concluyó su obra en 1957 marcando la transición del viejo muralismo contestatario al muralismo amaestrado (en plena época de la generación de la ruptura). El resultado fue una impresionante y colorida obra maestra que guarda varios secretos.
El más desconocido de todos es quizá que al pasar por cada panel que retrata la vida en el Tlaxcala prehispánico, solo los viejos tlaxcaltecas reconocen a los personajes. No como el tlatoani tal, ni la diosa tal; sino como el abuelo, el tío o el vecino. Desiderio usó como modelos para la planta baja a toda la gente del pueblo; vecinos, amigos, trabajadores, familiares y demás personas que él conocía. Desde las mujeres del mercado hasta los ancianos que se sentaban en la plaza principal. Los invitaba a pasar al palacio a modelar y estos con gusto accedían. Ahí están los habitantes de los años 50 retratados a perpetuidad. Como habitantes del mercado prehispánico, como guerreros, como señoríos, como el recuerdo del Tlaxcala que fue alguna vez.
¿Otro secreto? Aquí si se aceptan “indios". Tras la amarga experiencia en la ciudad, Desiderio hizo lo que hasta ese momento a ningún muralista criollo del nacionalismo se le había ocurrido. Pintar y narrar en náhuatl las explicaciones del mural. Sería este trabajo el que demostró a los intelectuales que lo conocieron durante su inauguración, que había un mundo del que supuestamente se enorgullecían pero que en realidad ignoraban.
Es la misma práctica que seguimos replicando en la política, la economía o el arte: hombres que deciden por las mujeres, heterosexuales que deciden por homosexuales, paisanos que saben qué es lo mejor para los migrantes, blancos decidiendo por negros, adultos para niños... Tendrán que pasar varios años para que el INAH fuera la primera instancia en incluir cédulas en sus zonas arqueológicas explicadas en inglés, español y la lengua indígena más popular del lugar. En el mundo de la alta cultura y de la élite, es común a más de 70 años de distancia, que haya lugares donde aún – no trabajamos para “indios”…

Me encontre con tu blog, y me ha gustado mucho. Tiene 'chismes' muy interesantes... quiza hasta me vulvo chismosa! :-) Rocio Lopez-Bretzlaff, tapatia emigrada y comentando desde las frias tierras de Edmonton, AB, Canadá.
ResponderBorrar¡Saludos!
Borrar¡¡¡Que bueno que te guste!!!
Lo mejor de la historia es indagar en los pequeños detalles lejos de la pesada historia canónica habitual. Espero que disfrutes tanto como yo los chismes próximos.