El príncipe de paja

“La boda secreta de Josephine Baker en México"

La Sala Amarilla (Fotos: Mario Yaír T.S.)

“La perla negra” parecía llegar a su ocaso. Joséphine Baker, la gran vedette norteamericana que bailaba desnuda con una falda de bananas, que luchó en la II Guerra Mundial con la resistencia, que alzó la voz contra el racismo estadounidense; ahora yacía a sus 67 años de edad convaleciente en un hospital de Copenhague tras sufrir un ataque al corazón. Era junio de 1973 cuando le avisaron que tenía una llamada de un íntimo amigo suyo.

Baker contestó al teléfono y escuchó la voz del excéntrico coleccionista Robert Brady. Un hombre de buen parecer que rondaba los 45. Fiel representante del jet set y amigo de Tamara de Lempicka, Tennesse Williams y Peggy Guggenheim; se habían conocido en 1967 y desde entonces se frecuentaron como grandes amigos. Tras hablar de su estado de salud y luego de un pequeño silencio, la voz de Brady retumbó en los oídos de Joséphine: Te amo. Y tras leerle una carta, le propuso un matrimonio espiritual.

Brady era homosexual y Joséphine lo sabía. Joséphine se acercaba a la miseria y Brady lo sabía. Y sin embargo nada de eso fue impedimento para ambos de hallarse en algo mucho más profundo que algo tan banal como el amor. Lejos de las apariencias físicas y del mero placer carnal, dos almas solitarias se descubrieron unidas. Por eso cuando Joséphine se sintió mejor para viajar, partió con rumbo a la casa de Robert Brady en Cuernavaca para verse con su enamorado.
 
Casa de Robert Brady en Cuernavaca

La boda se celebró en secreto dentro de una iglesia en Acapulco. Se dice que estaban tan nerviosos que no podían ni tomar la comunión. No hubo periodistas ni invitados, no hay fotos ni documentos, por eso hay quienes aseguran que la boda quizá nunca ocurrió. Simplemente la gente en Cuernavaca comenzó a ver a Joséphine tomada del brazo de Brady caminando por las calles cual pareja natural.

Extraña relación entre una mujer negra y un yankee mexicano que provocaba más alboroto que calma en la conservadora ciudad. Juntos vivieron en la paradisiaca Casa de la Torre, construida sobre lo que alguna vez fue el convento más importante de la ciudad. Un castillo colorido con alberca, cuartos barrocamente decorados y un bello clima cálido rodeado de pinturas de Kahlo, Tamayo, Toledo, Lozano y Posada. Pero la vida ajetreada de Joséphine estaba muy lejos de terminar.

Fiestas y recepciones, reuniones y entrevistas consumían más y más su privacidad. Brady insistía en terminar con ese mundo de farándula, un mundo que ella había construido y que no podía dejar. Las duras miradas mexicanas y el ajetreo social fueron el pretexto de una pareja que descubrió que vivir bajo el mismo techo es más complicado de lo que parece. El cuento de hadas acabó en enero de 1974 cuando ambos discutieron violentamente sobre si ir a una fiesta o no. Al día siguiente, una carta apareció en la mesa de la cocina de Brady:

“Para mí que amo la libertad es una tortura estar aquí donde todos los ojos me juzgan a cada momento y movimiento. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo tener un momento de libertad contigo? No quisiera nada más […] No bebas mucho. Duerme hasta el cansancio. Trabaja fuera de tiempo. Como siempre digo querido, el trabajo es nuestro mejor amigo […] You are my straw prince” Tu eres mi príncipe de paja.

Joséphine murió al año siguiente en Paris…

Antes de ser vencido por el cáncer, Robert Brady confesó a su hermano que él aún se consideraba casado con Joséphine Baker. Todo lo que se recuerda de ambos son rumores en Cuernavaca. Eso y algunos recuerditos en forma de pinturas, cartas y muñequitos en el paradisiaco castillo del príncipe de paja.
 
Museo casa de Robert Brady

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