La majestuosidad del santo
“Cuando llovía le ponían un paraguas para que no se mojara"
Dice
la tradición que un gigante con rostro de perro llamado Ofero, quería
servir a alguien a la altura de su fuerza. Primero fue con el rey Felipe
pero este al oír el nombre del demonio temblaba. Si el demonio hacía
temblar al rey, seguro era más poderoso y por eso buscó a un brujo que
se lo presentara. Yendo al rito, el brujo halló una cruz y tembló de
miedo – Hasta el demonio tiembla con solo escuchar el nombre de Cristo-.
Y Ofero buscó a Cristo.
En su búsqueda habló con un ermitaño
quien le contó sobre un río donde morían muchas personas, quizá si las
ayudaba, podría hallar a Jesús. Desde entonces, Ofero puso un negocio de
puente, cargando a la gente de uno al otro lado del río. Cierto día un
niño solicitó el servicio, pero cuando Ofero lo cargó, este pesaba
descomunalmente. Fue hasta que llegó al otro lado que el niño reveló ser
Cristo (pesado por cargar con la humanidad) y bautizó a Ofero con el
nombre de Cristóbal, el que carga a Cristo.
San Cristóbal fue un
santo querido por los novohispanos, se decía que era tan grande que solo
pasar por entre sus piernas concedía un milagro (por eso su mural en
Santiago Tlatelolco). Su efigie en Cuernavaca es considerada obra
maestra del arte novohispano y su templo en Puebla compite con la
capilla del Rosario en profusión barroca. Pero la tradición jalisciense
era la más peculiar.
El santo en la esquina que forma el Templo
de Santa Mónica, era mejor conocido como San Cristobalazo. Cuando vino
la exclaustración, el templo lo ocupó el “Batallón de Mamá” y
acostumbraban vestirlo con papel picado, ponerle puros en la boca, o con
sombrero de charro. La gente decía que cuando llovía lo veían
cubriéndose con un paraguas. En poco tiempo se convirtió en una escultura con la que la gente convivía diariamente. Cuando el templo volvió a manos de la
iglesia se recopilaron rezos populares que la gente le decía hasta los
años 50 para los males del amor:
1: Dichoso Cristobalazo
santazo de cuerpo entero
y no
como otros santitos
que ni se ven en el cielo…
(Inserte su manda
aquí).
2: Herculeo Cristobalazo
forzudo como un Sansón
con tu
enorme cabezón y tu nervudo pescuezo
hazme grueso y vigoroso
hombrazo
de cuerpo entero.
3: San Cristobalazo, patazas grandazas, manazas fierazas, a ver ¿cuándo me casas?
4: San Cristobalazo, patitas chiquitas, manitas bonitas… y ahora ¿Cuándo me lo quitas?
Entonces
llegó la Reforma Litúrgica de Paulo VI en 1964. Paulo no podía terminar
de tajo con cultos tan arraigados; por eso la solución más diplomática fue la
publicación el 10 de mayo de 1969 de una lista que mencionaba 33 santos
cuyo culto se permitía, pero cuya existencia no estaba comprobada por
ningún medio; los famosos “santos falsos”. Miembros de tradiciones populares, poco a poco su culto se ha ido perdiendo. Seguro conoce alguno de la
lista negra: San Valentín, San Jorge, Santa Verónica, San Nicolás, Santa
Bárbara o el muy querido San Cristóbal…
Comentarios
Publicar un comentario