La majestuosidad del santo

“Cuando llovía le ponían un paraguas para que no se mojara"
 
San Cristóbal en Guadalajara (Fotos: Mario Yaír T.S.)

Dice la tradición que un gigante con rostro de perro llamado Ofero, quería servir a alguien a la altura de su fuerza. Primero fue con el rey Felipe pero este al oír el nombre del demonio temblaba. Si el demonio hacía temblar al rey, seguro era más poderoso y por eso buscó a un brujo que se lo presentara. Yendo al rito, el brujo halló una cruz y tembló de miedo – Hasta el demonio tiembla con solo escuchar el nombre de Cristo-. Y Ofero buscó a Cristo.
 
En su búsqueda habló con un ermitaño quien le contó sobre un río donde morían muchas personas, quizá si las ayudaba, podría hallar a Jesús. Desde entonces, Ofero puso un negocio de puente, cargando a la gente de uno al otro lado del río. Cierto día un niño solicitó el servicio, pero cuando Ofero lo cargó, este pesaba descomunalmente. Fue hasta que llegó al otro lado que el niño reveló ser Cristo (pesado por cargar con la humanidad) y bautizó a Ofero con el nombre de Cristóbal, el que carga a Cristo.
 
San Cristóbal fue un santo querido por los novohispanos, se decía que era tan grande que solo pasar por entre sus piernas concedía un milagro (por eso su mural en Santiago Tlatelolco). Su efigie en Cuernavaca es considerada obra maestra del arte novohispano y su templo en Puebla compite con la capilla del Rosario en profusión barroca. Pero la tradición jalisciense era la más peculiar. 
 
San Cristobalazo
 
El santo en la esquina que forma el Templo de Santa Mónica, era mejor conocido como San Cristobalazo. Cuando vino la exclaustración, el templo lo ocupó el “Batallón de Mamá” y acostumbraban vestirlo con papel picado, ponerle puros en la boca, o con sombrero de charro. La gente decía que cuando llovía lo veían cubriéndose con un paraguas. En poco tiempo se convirtió en una escultura con la que la gente convivía diariamente. Cuando el templo volvió a manos de la iglesia se recopilaron rezos populares que la gente le decía hasta los años 50 para los males del amor:
 
1: Dichoso Cristobalazo 
santazo de cuerpo entero 
y no como otros santitos 
que ni se ven en el cielo… 
(Inserte su manda aquí).
 
2: Herculeo Cristobalazo 
forzudo como un Sansón 
con tu enorme cabezón y tu nervudo pescuezo 
hazme grueso y vigoroso 
hombrazo de cuerpo entero.
 
3: San Cristobalazo, patazas grandazas, manazas fierazas, a ver ¿cuándo me casas?
 
4: San Cristobalazo, patitas chiquitas, manitas bonitas… y ahora ¿Cuándo me lo quitas?
 
Detalles del Templo de Santa Mónica
 
Entonces llegó la Reforma Litúrgica de Paulo VI en 1964. Paulo no podía terminar de tajo con cultos tan arraigados; por eso la solución más diplomática fue la publicación el 10 de mayo de 1969 de una lista que mencionaba 33 santos cuyo culto se permitía, pero cuya existencia no estaba comprobada por ningún medio; los famosos “santos falsos”. Miembros de tradiciones populares, poco a poco su culto se ha ido perdiendo. Seguro conoce alguno de la lista negra: San Valentín, San Jorge, Santa Verónica, San Nicolás, Santa Bárbara o el muy querido San Cristóbal…
 
Templo de Santa Mónica en Guadalajara
 
 

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