Venerando Hongos

“La iglesia que se construyó para un hongo misterioso"

Señor del Honguito (Fotos: Mario Yaír T.S.)
 
Cuando el Dr. Gastón Guzmán del laboratorio de micología del IPN recibió la noticia del Dr. Alfredo Barrera durante una plática casual, supo que era obligatorio, justo y necesario ir a verlo con sus propios ojos. Había una iglesia en un lejano pueblito de Puebla donde la gente veneraba un hongo. Después de visitar el templo en 1961 y ver el hongo con sus propios ojos, organizó una expedición científica al lado del botánico Teófilo Herrera y el investigador Roger Wasson.
 
Los académicos llegaron en 1975 a Chignahuapan con la idea de que tal vez se trataba de la veneración de un hongo alucinógeno, razón por la cual Wasson, experto en alucinógenos, fue invitado. Al entrar al templo admiraron maravillados el honguito dentro de su pequeña urna de cristal. El sacristán les permitió analizarlo y concluyeron que no se trataba de un hongo alucinógeno. De hecho no era venenoso pero tampoco comestible. Era un hongo común de la madera de la zona, pero cuyo objeto de veneración solo se conocía con ayuda de una lupa.
 
En la sacristía los pusieron en contacto con dos ancianos del pueblo que sabían la historia de memoria. Wasson era el más intrigado de los tres, por eso cuando Don Esteban de 72 años y Don Candido de 78 se reunieron con ellos a la entrada del templo, la primera pregunta obligada fue ¿de dónde salió el hongo? Los ancianos hablaron. 
 
Una tarde el señor Dolores Rojas estaba cerca de una barranca buscando honguitos para la comida cuando se topó con un hongo extraño. Era diferente a los demás porque parecía tener algo dibujado en él; una imagen de Cristo. Dolores guardó el honguito en su casa por considerarlo milagroso, y es que cuando alguien de su familia enfermaba, se encomendaban al honguito y hallaban pronta recuperación. Aquello había ocurrido en tiempos del porfiriato y cuando Dolores murió, comenzó a ser heredado.
 
Así llegó a manos de Elisea Portilla quien era miembro de la secta “Hijas de María” en plena Guerra Cristera. Por eso le construyó un pequeño oratorio al lado de la casa donde vivía para poner al cristiano hongo en contacto con la comunidad. Para 1928 cuando llegó el cura Ismael García al pueblo, conoció el objeto de adoración y pactó la construcción de un templo dedicado al honguito. Dicho y hecho, desde el 3 de enero de 1957, la única iglesia católica dedicada originalmente a un hongo, está en Chignahuapan. 

Aquel año de 1975, en el boletín de la Sociedad Mexicana de Micología la descripción se publicó así: “En dicho dibujo se puede reconocer un crucifijo, con una media luna y un sol […] el sol con facciones humanas. Debajo de este último se leen las siglas “Sto”. En la base del Cristo está dibujado un pequeño cráneo humano y en el margen superior izquierdo de toda la grabación se reconoce apenas la cifra <<80>>. Existen además, por aquí y por allá, pequeñas estrellitas”.
 
Ahí sigue el honguito de apenas 5 centímetros. Estudiado por biólogos y micólogos pero nunca más allá de la historia de Dolores. Pues más misterioso que el templo y la adoración a tan curioso organismo, es preguntarse ¿quién grabó tan detalladamente un honguito en medio de una barranca? ¿¡y por qué!?
El hongo petrificado con dibujitos grabados sobre él
 
Santuario del Señor del Honguito en Chignahuapan

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