Curiosidades entomológicas

“Cuando las monjas se entretenían amaestrando y vistiendo pulgas”
 
Venta de pulgas vestidas (Fotos: Mario Yaír T.S.)

La infestación colmó la paciencia de la madre superiora, no había manera de deshacerse de las pulgas que invadían aquel convento en Michoacán. Incluso hicieron un rosario para que por intercesión divina abandonaran sus aposentos. Uno de los confesores llegó a sugerir que la desobediencia de las pulgas se debía a que tenían pacto demoniaco y por lo tanto debían ser excomulgadas (si en París se había hecho ¿por qué aquí no?). Pero era tan aburrida la vida conventual que las monjas idearon una insólita manera de acabar con esa peste.

Una a una, las pulgas fueron cazadas por las monjas luego de espulgarse los cabellos y revisar hábito por hábito en las celdas. Las metían en unas vasijas de cristal e intentaron amaestrarlas amarrándoles un hilo y haciéndolas saltar por aritos diminutos. Pero lo más singular fue cuando las pulgas murieron.

Una monja decidió darle cristiana sepultura a una de sus pulgas amaestradas, así que la metió dentro de una cajita y la vio tan simpática ahí dentro que decidió vestirla de gala igual que como se enterraba a las monjas coronadas, pero sin caer en la herejía. Quedó tan primorosa vestidita de purépecha que presumió su creación con el resto de sus hermanas. Desde entonces las monjas, incluyendo madre superiora, se entretenían vistiendo pulgas que vendían en el mercado como una curiosidad.

 
Pulgas recatadas del Museo de Historia Natural del Chopo
 
Así se contaba que habían nacido las “Pulgas Vestidas”, una peculiar artesanía mexicana que podía encontrarse en Michoacán durante el siglo XIX y principios del XX. Las había campesinas con sus palitas, vendedoras de flores, cargando leña, vestidas de pastorcitos y listas para una boda con frac, velo blanco y todo. Escenas rurales típicas del México decimonónico. Eran tan peculiares que en el Museo de Historia Natural del edificio Art Nouveau industrial del Chopo, tuvieron su propia vitrina en el ocaso del porfiriato.

Eran tan asombrosas que en la Habana se regalaban como un objeto precioso y en EUA los coleccionistas aún se las siguen peleando. Luego hubo pulgas futbolistas, cantantes, revolucionarias, militares, bailarinas y estrellas de cine dejando atrás el mundo rural. Pero un día el México moderno decidió que eran repulsivas para la civilizada sociedad, y de ser juguetes populares en los mercados pasaron al olvido de la historia.

Hoy raras veces es posible encontrarlas. Empolvándose en una vitrina del Museo del Juguete, resguardadas en el Instituto de Biología de la UNAM o en una caja olvidada entre las antigüedades de la Lagunilla. ¿Quién diría que en el encierro, las monjas convertirían la peste en una artesanía tan peculiar?
 
Pulgas Vestidas

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