El encuentro de los mundos

“Una pila bautismal única en el mundo"
 
Detalle de la pila bautismal de Zinacantepec (Fotos: Mario Yaír T.S.)

Desde tiempos de San Juan Bautista, el bautizo es esencial para llegar al cielo. La sangre humana del cautivo florido es necesaria para mantener el ciclo de la existencia. El agua purifica y asciende al señor. El sacrificio humano llama a los dioses a la tierra. El líquido frio debe ser bendecido por los soldados de dios en la tierra. La sangre caliente debe ser ofrecida por los sumos sacerdotes de nuestras deidades. El sacristán usa el agua para lavar los pecados en la pila. El sacerdote sirve el corazón en el vaso del águila para saciar el hambre.

Sería necesario viajar a los primeros años del cristianismo en Roma para encontrar una pila bautismal de tales dimensiones, por eso la de Zinacantepec en el Estado de México es única en su tipo. 1.65 metros de diámetro, 5.17 de largo, un monolito tan grande como la piedra de los sacrificios del Templo Mayor. Curiosa coincidencia.

Las palabras nahuas a su alrededor revelan que fue hecha en 1581 por deseo de Fray Martín de Aguirre. El fraile franciscano tiene voto de pobreza, obediencia y castidad, se refleja en el cordel de su cintura con tres nudos amarrados; el mismo cordel labrado en el borde superior.

 
El colibrí, las flores y Quetzalcóatl
 
Cuatro escudos a los lados; la anunciación, San Miguel y Luzbel, la huida de Egipto, el sacramento del bautismo. Zinacantepetl significa Cerro del Murciélago. Las deidades le encargaron al roedor volador morder a Xochiquetzal para volver las tierras fértiles. Entre cada medallón guirnaldas de flores, vírgulas y hojas con chalchihuites (jades) a los lados recuerdan la leyenda prehispánica. Es una fecha pagana escondida con glifos en el artefacto cristiano.

El guerrero azteca muerto en combate se transforma en colibrí. Ahí está Huitzilopochtli posado sobre el nudo de guirnaldas; en forma del pájaro zurdo en camino al paraíso solar. El bautismo no es tan malo si se hace con el visto bueno de ambos dioses. Serpientes con colas amarradas al centro, símbolo de Quetzalcóatl en donde los frailes ven dragones descendiendo como las gárgolas del gótico.

El indígena no entra a la iglesia porque está acostumbrado a tomar la religión al aire libre. El fraile construye una capilla abierta y clava la pila bautismal a un costado en vez de meterla al templo como de costumbre.

Los europeos le llaman “indocristiano” pero los mexicanos le dicen “tequitqui”. Es el choque de culturas convertido en mestizaje. Así se denomina a las obras de arte que muestran el contraste de la cosmovisión europea con la indígena mexicana. Es la pila bautismal de Zinacantepec, la del indio y la del fraile. La del agua y de la piedra. La de un mundo que se dice maniqueo, cuando el justo medio es reflejo de la esencia natural.
 
Capilla abierta de Zinacantepec

Comentarios

  1. claro ahi mismo lo dice puros chismes a modo

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    1. Los escritores difícilmente sabemos escribir a un modo que no sea el nuestro.
      Saludos.

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