La beata bonita

“La huésped misteriosa que vive en Santa Rosa Viterbo"
 
Altares y coro alto de Santa Rosa Viterbo (Fotos: Mario Yaír T.S.)

El templo de Santa Rosa Viterbo en Querétaro es una maravilla barroca. Abre sus puertas diariamente a los feligreses quienes acuden sin reparo en los detalles; pero hay una persona que suele llamar la atención de muchos. Los vecinos ya la conocen y saben que no se le deben acercar. Es una mujer que vive dentro del convento, vestida completamente de blanco a la usanza antigua y que se deja ver por los turistas en muy raras ocasiones.

Se queda parada en un rincón para ver llegar a los feligreses y luego entra por una puerta hasta el alto coro donde escucha la misa a través de la celosía. La conocen como la monja de Santa Rosa, pero Andrés Garrido, cronista de la ciudad, prefiere llamarla beata, porque Santa Rosa solo recibía beatas.

Los barrenderos que comienzan sus labores en la fuente danzante, la ven desde las 6 de la mañana caminando por las ventanas del campanario. Adentro los guardias ya la conocen bien. En la noche le gusta salir a los jardines porque pega menos el sol. La ven rezando un rosario dando vueltas por el antiguo claustro y otros días solo está ahí, parada, viendo a la gente antes de volver a sus aposentos.
 
Centro de las Artes de Querétaro / Ex convento de Santa Rosa Viterbo

Es una mujer misteriosa. En la parte alta del antiguo convento que hoy funciona como Centro Cultural, hay un cuarto enorme y obscuro que funciona como auditorio. En una ocasión un policía que tuvo que hacer un rondín en la zona, se tropezó y cayó al suelo rompiendo el foco de su linterna. Entonces algo lo arrastró. Lo extraño es que aseguraba que mientras lo arrastraban vio a la beata parada mirándolo fijamente.

Quien la quiera conocer más a fondo, solo debe pedir permiso al padre o a sus acólitos en el templo. Ellos acceden con gusto a dejar pasar a los curiosos a la sacristía, una joya barroca reservada para los fisgones. Caminando por una serie de cuartos plagados de retratos de santos y vírgenes, una puerta al fondo del lugar da acceso a la pequeña celda de la beata bonita.

No tendrá más de 30 años y usa el hábito de las monjas de la Purísima Concepción. Recibe a la gente con sus ojos enormes y una mueca afectuosa, pero melancólica. Ahí está la enigmática mujer parada frente a nosotros; su nombre es Anna María de San Francisco y Neve. Debajo se lee la fecha del retrato, 2 de septiembre de 1759. – Esa es – dicen los acólitos – la monja que se baja del retrato y se pone a deambular…
 
Retrato de Ana María de San Francisco en Santa Rosa Viterbo

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