La fiestita de botello

“La leyenda de una momia fiestera”
 
El padre Botello (Fotos: Mario Yaír T.S.)

Mucho antes de la Guerra de Reforma, llegó a Toluca un extranjero que por su blanca piel y acento, pronto fue aceptado en sociedad. Era un tipo simpático de habla envolvente que fácilmente se ganó la confianza de la gente porque además decía, era sacerdote. Predicaba dando los sacramentos en las haciendas y rancherías cercanas ganándose a los adinerados hacendados por sus sermones tan graciosos.

Siendo sociable y campechano, no solo ganaba cuantiosas limosnas sino que además se colaba en las fiestas y comidas de sus fieles con total impunidad. A nadie le molestaba tan gustosa compañía, pero a los sacerdotes de Toluca sus actitudes no gustaron. Los párrocos habían descubierto que el hombre era un adicto a la “sangre de Cristo”, de tal modo que completamente ebrio comenzó a revelar los secretos de la confesión.
 
Vitrina del Gabinete de Historia Natural antes de su remodelación

Indignados prepararon una carta exigiendo su inmediata destitución pero no fue necesario pues en una de sus constantes borracheras el hombre reveló que ni siquiera era sacerdote. Se había aprovechado de los incrédulos católicos quienes le prestaban los templos para sobrevivir de las cuantiosas limosnas. Los sacerdotes corrieron la voz del falso padre y cuando se le descubrió dando sacramentos en San Antonio Acahualco, la gente lo arrestó llevándolo entre gritos y empujones al Rancho de Capardillas.

Un juicio improvisado descubrió además otro pavoroso escándalo. El falso padre además abusaba sexualmente de las jovencitas en los confesionarios de las parroquias que visitaba. Aquello estalló en un linchamiento popular que acabó ahorcándolo de un árbol dando fin a su aventura.

Descolgado el cadáver y cubierto con cal, unas manos invisibles lo llevaron al ilustre Instituto Literario de Toluca donde pasó a formar parte del gabinete de Historia Natural. Se le describió por primera vez en 1883 por el historiador Isauro Garrido pero no se tenía bien a bien su paradero. Muchos años más tarde el taxidermista del instituto, Luis Camarena, detalló la curiosa biografía en su texto “Versiones legendarias de las cosas que forman el acervo…”. Camarena aseguraba que era posible ver las marcas de la soga al cuello y su lengua de fuera. 
 
El padre Botello del Instituto Literario

Nadie sabe si la historia es real o no, pero desde hace más de un siglo los estudiantes le guardan cariño a la momia conocida como “El padre Botello”; no por estar acomodadita en una vitrina, ni siquiera por el rumor que asegura se aparece vagando con capucha en los pasillos del inmueble, sino porque formó parte de las juergas de los alumnos de la UAEM en el siglo XX. Los grupos porriles la sacaban del museo y la disfrazaban paseándola por las calles en los días de carnaval.

La tradición acabó cuando su característica lengua se le rompió. Ni muerto se salvó el padre de la fiesta y aún hay quienes lo recuerdan bailando con los alumnos enfrente de la catedral. Hoy está quietecito en su vitrina dentro del edificio de rectoría, pero seguramente al cadáver de botello no le molestaría que lo cubrieran con pantaletas y le convidasen las botellas de cerveza una vez más…
 
Gabinete de Historia Natural de la UAEM

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