La tumba de la gruta
“¿Quién descubrió realmente Cacahuamilpa?"
Llegó
demasiado lejos, ese fue su error. ¿Qué se sentiría estar con una
fractura rodeado de la total obscuridad, en una tenebrosa gruta
monumental, donde el único ruido son los ecos de las gotas y los
chillidos de los murciélagos?
Un explorador inglés es el protagonista de la conocida historia. En Guerrero es conocido: Luego de sufrir un accidente a principios del siglo XIX mientras exploraba las imponentes grutas de Cacahuamilpa, el hombre sufrió un aparatoso accidente del cual ya no se pudo levantar. Su perro que lo acompañaba, logró salir de la gruta hasta el pueblo más cercano en donde tras tres días de gemir y aullar pidiendo auxilio sin éxito, retornó al sitio del accidente.
Se cree que fue el hombre que redescubrió las grutas, pero no tiene nombre ni fecha de muerte porque según la historia, sus huesos con los de su perro fueron hallados varias décadas después. Pero ¿es cierta la historia?
Un explorador inglés es el protagonista de la conocida historia. En Guerrero es conocido: Luego de sufrir un accidente a principios del siglo XIX mientras exploraba las imponentes grutas de Cacahuamilpa, el hombre sufrió un aparatoso accidente del cual ya no se pudo levantar. Su perro que lo acompañaba, logró salir de la gruta hasta el pueblo más cercano en donde tras tres días de gemir y aullar pidiendo auxilio sin éxito, retornó al sitio del accidente.
Se cree que fue el hombre que redescubrió las grutas, pero no tiene nombre ni fecha de muerte porque según la historia, sus huesos con los de su perro fueron hallados varias décadas después. Pero ¿es cierta la historia?
La primera vez que se mencionó la leyenda
fue en un pequeño librito de 11 páginas de 1962, escrito por José
Rebolledo Iglesias. Antes de eso solo había un montoncito de piedras con
una cruz en un sitio inexacto. Por ello geógrafos como Eduardo Pérez
Torres o el mismo ex administrador de las grutas Esteban Panchí, creen
que la historia es una gran mentira. No solo no se han hallado los
supuestos huesos de la tumba improvisada sino que la misma ha cambiado
de lugar varias veces dependiendo la restauración.
Aún más importante, este romántico personaje fantasma se ha robado el título de descubridor de las grutas, pues los indígenas de la zona las habitaban desde 1521. Fue Manuel Sáenz de la Peña quien huyendo de un altercado, llegó a la gruta en 1834 donde los indígenas le dieron asilo. Desde entonces el mundo supo de su existencia: La expedición del Barón de Gros en 1835, las observaciones de la Academia de San Carlos en 1846 y la expedición en busca de fauna cavernícola del Instituto Médico Nacional en 1891 vinieron después.
Lo cierto es que la historia de Manuel Sáenz, el comerciante refugiado, no es tan romántica como la del explorador perdido. Por eso sigue siendo parte del folclore y del discurso habitual de los guías. Pese a que la mayoría sabe que ahí no hay restos ni de inglés, ni de perro; bien sirve para imaginar: ¿qué pasaría si en medio de la más profunda obscuridad, las entrañas de la tierra ya no te permiten la salida?
Aún más importante, este romántico personaje fantasma se ha robado el título de descubridor de las grutas, pues los indígenas de la zona las habitaban desde 1521. Fue Manuel Sáenz de la Peña quien huyendo de un altercado, llegó a la gruta en 1834 donde los indígenas le dieron asilo. Desde entonces el mundo supo de su existencia: La expedición del Barón de Gros en 1835, las observaciones de la Academia de San Carlos en 1846 y la expedición en busca de fauna cavernícola del Instituto Médico Nacional en 1891 vinieron después.
Lo cierto es que la historia de Manuel Sáenz, el comerciante refugiado, no es tan romántica como la del explorador perdido. Por eso sigue siendo parte del folclore y del discurso habitual de los guías. Pese a que la mayoría sabe que ahí no hay restos ni de inglés, ni de perro; bien sirve para imaginar: ¿qué pasaría si en medio de la más profunda obscuridad, las entrañas de la tierra ya no te permiten la salida?
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