Las mujeres de la sal
“Venerando a una diosa sometida"
Cuatro historias.
La primera:
Huixtocihuatl era la hermana mayor de los Tlaloque, una mujer que por avatares del destino fue perseguida por sus hermanos y desterrada a las aguas saladas. Con estas, ella sacó tinajas que luego amontonaba y secaba en la arena dando origen a la sal. Desde entonces la hermana de Tláloc se había vuelto señora de las zonas saladas, señora de la fertilidad y señora de las propiedades salinas.
La segunda:
Con el imperio Mexica a la cabeza, la conquista de los pueblos a los alrededores fue inevitable. En breve llegarían a las zonas costeras donde Huixtocihuatl era venerada como patrona de aquellos pueblos. Consumadas las peleas, los mexicas sometieron a los pobladores a su merced; a pagar tributo y de no hacerlo a dotar de cautivos para las grandes ceremonias del Templo Mayor. La finalidad no era el ritual místico, sino que los pueblos supieran que estaban dominados por el imperio. No por nada el Huey Tlatoani, Itzcoatl cambió incluso los mitos de su propio pueblo. Para reafirmar a la costa como una zona sometida, se les inculcó a todos que su patrona fue perseguida por los Tlaloque con Tláloc a la cabeza, y desterrada a las, poco provechosas, aguas con sal. Con esto se entendía que Tláloc, la deidad mexica, era muy superior de Huixtocihuatl adorada en cualquier otro lugar.
Huixtocihuatl era la hermana mayor de los Tlaloque, una mujer que por avatares del destino fue perseguida por sus hermanos y desterrada a las aguas saladas. Con estas, ella sacó tinajas que luego amontonaba y secaba en la arena dando origen a la sal. Desde entonces la hermana de Tláloc se había vuelto señora de las zonas saladas, señora de la fertilidad y señora de las propiedades salinas.
La segunda:
Con el imperio Mexica a la cabeza, la conquista de los pueblos a los alrededores fue inevitable. En breve llegarían a las zonas costeras donde Huixtocihuatl era venerada como patrona de aquellos pueblos. Consumadas las peleas, los mexicas sometieron a los pobladores a su merced; a pagar tributo y de no hacerlo a dotar de cautivos para las grandes ceremonias del Templo Mayor. La finalidad no era el ritual místico, sino que los pueblos supieran que estaban dominados por el imperio. No por nada el Huey Tlatoani, Itzcoatl cambió incluso los mitos de su propio pueblo. Para reafirmar a la costa como una zona sometida, se les inculcó a todos que su patrona fue perseguida por los Tlaloque con Tláloc a la cabeza, y desterrada a las, poco provechosas, aguas con sal. Con esto se entendía que Tláloc, la deidad mexica, era muy superior de Huixtocihuatl adorada en cualquier otro lugar.
La tercera:
Es el séptimo mes del año, cuando se acerca la festividad de Huixtocihuatl en Tenochtitlán. Todos los salineros debían comprar una mujer cautiva en el mercado de Tlatelolco, pero eran tan costosas que entre todos se cooperaban para lograrlo. Sin embargo la fiesta ritual era solo para mujeres. La cautiva era vestida y pintada idéntica a la deidad dentro de su adoratorio del Templo Mayor; una vez lista se le festejaba del 10 al 19 del mes con banquetes y cacerías. Al caer la noche del decimonoveno día, todas las mujeres e hijas de los salineros bailaban alrededor de la cautiva pidiendo por la bonanza de la sal. Antes del amanecer del día 20, la cautiva era llevaba a lo alto del templo de Tláloc donde era acostada en una mesa. Con la boca de un pez sierra se le hacía presión sobre el cuello y a los primeros rayos del sol comenzaban a desollarla en medio de una gran alegría. La sed de Huixtocihuatl se había satisfecho.
Es el séptimo mes del año, cuando se acerca la festividad de Huixtocihuatl en Tenochtitlán. Todos los salineros debían comprar una mujer cautiva en el mercado de Tlatelolco, pero eran tan costosas que entre todos se cooperaban para lograrlo. Sin embargo la fiesta ritual era solo para mujeres. La cautiva era vestida y pintada idéntica a la deidad dentro de su adoratorio del Templo Mayor; una vez lista se le festejaba del 10 al 19 del mes con banquetes y cacerías. Al caer la noche del decimonoveno día, todas las mujeres e hijas de los salineros bailaban alrededor de la cautiva pidiendo por la bonanza de la sal. Antes del amanecer del día 20, la cautiva era llevaba a lo alto del templo de Tláloc donde era acostada en una mesa. Con la boca de un pez sierra se le hacía presión sobre el cuello y a los primeros rayos del sol comenzaban a desollarla en medio de una gran alegría. La sed de Huixtocihuatl se había satisfecho.
Pez Sierra y Fauna Marina de las ofrendas del Templo Mayor |
La cuarta:
Para dar la entrada a la paradisiaca zona en el Estado de México, una hermosa fuente al centro de una glorieta representan a la señora de las aguas saladas. No muy lejos de ahí, en un adoratorio prehispánico, se han encontrado figuras de una deidad femenina relacionada con lo salado, y que datan del año 700 al 850; cientos de años antes a la fundación de Tenochtitlán. En el clima cálido y a la voz de las cigarras, no todo es paradisiaco. Los tarascos, un pueblo cosechador de sal con ayuda de la evaporación, tendrán que vérselas en más de una ocasión con los mexicas. No habrá ni un minuto de paz una vez que estos lleguen al poder, mucho menos cuando arrebatan a las mujeres para llevarlas cautivas a la Gran Tenochtitlán. De ese mundo solo quedan vestigios, recuerdos y el nombre nahua de los sometidos; el nombre de un lugar al que conocemos como Ixtapan de la Sal.
Para dar la entrada a la paradisiaca zona en el Estado de México, una hermosa fuente al centro de una glorieta representan a la señora de las aguas saladas. No muy lejos de ahí, en un adoratorio prehispánico, se han encontrado figuras de una deidad femenina relacionada con lo salado, y que datan del año 700 al 850; cientos de años antes a la fundación de Tenochtitlán. En el clima cálido y a la voz de las cigarras, no todo es paradisiaco. Los tarascos, un pueblo cosechador de sal con ayuda de la evaporación, tendrán que vérselas en más de una ocasión con los mexicas. No habrá ni un minuto de paz una vez que estos lleguen al poder, mucho menos cuando arrebatan a las mujeres para llevarlas cautivas a la Gran Tenochtitlán. De ese mundo solo quedan vestigios, recuerdos y el nombre nahua de los sometidos; el nombre de un lugar al que conocemos como Ixtapan de la Sal.
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