Los cachuchas
“Los muchachos inquietos de San Ildefonso"
Esos muchachos inquietos odiaban las
estrictas reglas de aquellos años 20; la vestimenta formal una de ellas. Por eso
cuando se conocieron en el colegio de San Ildefonso, José, un joven aprendiz de
sastre, diseñó una cachucha de tela negra que todos se ponían para desafiar a
la autoridad. Eran 9 jóvenes que sacaban de quicio al director.
Manuel, miembro del grupo, escribió
en 1982 dentro de sus memorias que gustaban de hacer versos, devorar libros y
quemar cohetes. Los lanzaban en la calle a los desprevenidos que caminaban por
ahí. Al menos eso hacían los primeros cachuchas entre los que se encontraba
Alejandro. En 1922 su padre murió y una joven Magdalena decidió escribirle una
carta de pésame que los volvió entrañables. Así fue como Magdalena se unió al
grupo.
A Magdalena y Carmen les llamaban “las
pelonas” pues contra todo indicio de feminidad se rapaban el cabello con un
corte a la garçon. A diferencia de Magdalena, Carmen era una chica reservada de
la cual otros muchachos gustaban burlarse de ella arrojándole aguas negras en
la calle. Para entonces Alejandro tenía 16 años y Magdalena 15, por eso
vivieron un romance apasionante en el que a escondidas de los maestros se iban
a fajar en los pasillos de San Ildefonso.
Gracias al grupo, uno de los jóvenes
de nombre Miguel, comenzó a dedicarse profesionalmente a la poesía y por ello
publicó su primer libro a los 16 años. Todo transcurría con sus altas y bajas
hasta aquel 17 de septiembre de 1925, en que el camión en que viajaba Magdalena
quiso ganarle el paso al tranvía.
Convaleciente en cama, Miguel sería
de los visitantes frecuentes durante su convalecencia, razón por la cual
Magdalena le obsequió varios dibujitos que el atesoró en su casa de Tlaxcala.
Ahí colocó una tabla de madera y cada que alguno de sus viejos amigos iba a
visitarlo, le pedía un autógrafo para conservarlo.
Al salir de la prepa los cachuchas
siguieron su camino. El joven sastre José Gómez Robleda será el doctor que
introdujo la criminalística a México en 1938. Manuel González Ramírez un
destacado historiador y abogado. Carmen Jaime se refugiaría en el silencio
luego de una violación multitudinaria a manos de los futuros altos funcionarios
públicos y escritores del nacionalismo mexicano que odiaban a “las pelonas” y
los cachuchas. En su silencio se dedicó a la abogacía y a la lectura, forjando
una estrecha amistad con Salvador Novo y Torres Bodet.
Solo dos cachuchas del grupo original firmaron la tabla
que el funcionario y editor Miguel N. Lira colgó en su casa. Primero el
inquieto Alejandro Gómez Arias que en 1929 se volvió presidente del Consejo de Huelga
que llevó a la universidad a la autonomía. Y luego su amiga Magdalena que
odiaba la llamaran así, por eso siempre fue conocida como Frida Khalo.
Un museo se construyó para exhibir las codiciadas 6
fridas de Tlaxcala, los primeros dibujos que hizo tras el mítico accidente. La
tabla ahí conserva en manos de la pintora, el recuerdo de aquel grupo de jóvenes
inquietos que desde sus muy distintas trincheras se convertirán en la voz del
México posrevolucionario y que se unían por un pequeño trozo de tela.
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