¡Paco Sierra es inocente!
“Una empresa falsa, un cantante de ópera y un atentado bomba”
El
público asiduo al Teatro Esperanza Iris en aquel 1962 ya sabía el
ritual final de cada función. Una mujer, se asomaba desde el palco de
honor del Teatro a aplaudir y en el momento propicio lanzaba un grito
estridente que resonaba por todo el sitio: ¡Paco Sierra es inocente! Al
final volvía a su casa ubicada en lo alto del teatro, pero aquel sábado
fue la última vez que la oyeron gritar.
Diez años atrás, la mañana del 24 de septiembre de 1952, un avión con 45 minutos de retraso despegó del aeropuerto de la ciudad con destino a Oaxaca. Apenas habían pasado 15 minutos cuando un estruendo sonó de entre los asientos, algo había estallado y creado un enorme hueco en el avión. Un pasajero polaco salió disparado por el hueco mientras el resto de la tripulación rezaba. El copiloto intentó tapar el hoyo con las maletas, mientras el piloto, veterano del escuadrón 201, aterrizó en Santa Lucía sin avisar.
Diez años atrás, la mañana del 24 de septiembre de 1952, un avión con 45 minutos de retraso despegó del aeropuerto de la ciudad con destino a Oaxaca. Apenas habían pasado 15 minutos cuando un estruendo sonó de entre los asientos, algo había estallado y creado un enorme hueco en el avión. Un pasajero polaco salió disparado por el hueco mientras el resto de la tripulación rezaba. El copiloto intentó tapar el hoyo con las maletas, mientras el piloto, veterano del escuadrón 201, aterrizó en Santa Lucía sin avisar.
Al llegar a la pista los militares los recibieron apuntándole con armas, pero al ver el avión con una estela de humo y los pasajeros quemándose bajando, los militares llamaron a los médicos. Uno notó que la mayoría de los pasajeros llevaban una plaquita de metal con sus datos que la empresa en la que trabajarían les había regalado. Iban rumbo a Oaxaca para trabajar en las oficinas de construcción de un ferrocarril. Pasado el susto y recuperados los pasajeros, se indagó en la causa del accidente. Entonces un militar halló un extraño artefacto. Al avión le habían puesto una bomba.
Sin ningún dato de algún ferrocarril en construcción, cuando se descubrió que cada uno de los pasajeros tenía un seguro de vida a nombre de la misteriosa empresa, la sospecha recayó en los dueños: Emilio Arellano y Paco Sierra. Al cabo de unas semanas todo se reveló. Sierra y Arellano habían fundado la empresa; Sierra pondría el dinero y Arellano la echaría a andar armando y colocando una bomba con la cual cobrarían el seguro de vida de sus empleados para luego disolver la empresa. Todo parecería un accidente, pero los 45 minutos de retraso habían frustrado el plan.
Arellano fue condenado a 30 años de prisión y Paco a 9. Pero había una persona que creía en la inocencia de Paco cuando este decía desconocer el plan; su esposa Esperanza Iris. Desde el momento en que llegaron a arrestarlo en su casa dentro del Teatro, Iris (20 años mayor que él) le gritó que conseguiría al mejor abogado para liberarlo. Dicho y hecho, se convocó a un segundo juicio de apelación pero el resultado fue fatal. A Sierra le aumentaron la condena de 9 a 29 años en Lecumberri. ¡Paco Sierra es inocente! Gritó la primera actriz desde aquel día al finalizar cada función dentro del teatro de su propiedad.
El departamento de casados donde Iris vivió con el último hombre que amó en la vida, permanece aún dentro del teatro. Las pinturas de la actriz de principios de siglo, la chimenea, el busto en bronce o las cortinas señoriales, apenas son pocos recuerdos de la majestuosa casa en que vivió. La anciana mujer lo visitó desde entonces cada fin de semana en la prisión.
Una mañana del 8 de noviembre de 1962, los reporteros llegaron a Lecumberri con el afán morboso de fotografiar a Paco Sierra en su celda. Uno le entregó el periódico que había salido aquel día y Sierra se echó a llorar. Los guardias al ver la escena y los flashes de las cámaras, retiraron a los reporteros. En su celda, aquel hombre abrazaba el periódico desconsolado con la foto de la única mujer que le creyó. “Falleció Esperanza Iris”
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