Una vida radiante

“El peor desastre nuclear del continente americano”
 
Panorámica del Cerro de la Bufa (Fotos: Mario Yaír T.S.)

Son las 9 de la noche del 26 de enero de 1984 y una gran movilización ocurre en la colonia Altavista de Ciudad Juárez. Los helicópteros fueron quienes dieron la alarma. Hombres cubiertos con trajes de plomo hasta los dientes llegan hasta una camioneta blanca estacionada frente al #1981 de la calle Aldama. - ¡Nadie toque nada! – gritan de lejos - ¡Evacuen rápido! – La pick-up emite niveles de radiación espeluznantes, hasta 1000 roetgens por hora (lo mismo a hacerse 20mil radiografías). Urgía sacar la camioneta de ahí pues estaba en medio de la ciudad. Así se daba a conocer el peor accidente nuclear del mundo.

Diez días atrás, la mañana del 16 de enero, los detectores de radiación del Laboratorio Los Álamos en EUA que avisaban si algún camión salía con material del laboratorio, detectaron radioactividad. Ningún auto había salido de ahí, solamente había pasado cerca un camión de varilla que se había perdido buscando una dirección. Al analizar la carga se descubrió que la varilla para construcción emitía radiación. Demasiada radiación.
 
La varilla provenía de la fundición Achisa, Aceros de Chihuahua, por lo que inmediatamente los norteamericanos dieron aviso a la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguarda en México. Enseguida se detuvo la venta de la varilla cerrando la fábrica. Esta las había hecho con chatarra que provenía de distintas partes del norte del país, pero los detectores guiaron a la Comisión hasta el depósito de “Yonke Fénix” cerca del aeropuerto de Ciudad Juárez. Adentro aún estaba la cápsula con Cobalto-60 ¿pero quién la había traído? Entonces, con detectores colocados en helicópteros, se descubrió media Ciudad Juárez emitiendo radiación, pero el mayor punto estaba en una camioneta estacionada al otro lado de la ciudad.
 
Panorama de Querétaro

Todo había comenzado el 6 de diciembre de 1983, cuando en la bodega del Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez estaba tirada una máquina de teleterapia. La habían comprado en 1977 pero como nadie sabía usarla, la arrumbaron en el sótano donde Vicente Sotelo la encontró y vendió como chatarra. Perforada y montada en su pick-up, de la máquina salían laminitas grises del tamaño de un grano de arroz. Estas habían vuelto radioactiva la camioneta descomponiéndola enseguida, razón por la cual pasó un mes varada en la calle de Aldama.

Todos los gránulos de Cobalto – 60 estaban esparcidos por toda la ciudad debido a aquel trayecto. A lo largo de la carretera había personas buscando los residuos y limpiando las calles que para entonces autos y transeúntes habían repartido por toda la ciudad. Para ese momento el Centro Médico ya había obligado a Sotelo a firmar un papel aceptando haberla robado; pese a que médicos y personal involucrado había dado la orden de deshacerse de ella. Pero lo peor estaba por venir.


Las varillas para construcción ya se habían vendido y repartido; ahora había que ubicarlas. 814 inmuebles radioactivos (casas, bardas, comercios y oficinas) tuvieron que demolerse para recuperar 2360 toneladas de varillas. Estas estaban repartidas principalmente en Hermosillo, Zacatecas, Fresnillo y Tula; pero luego se encontraron más y más en Chihuahua, Sinaloa, Nuevo León, San Luis Potosí, Jalisco, Baja California, Durango, Tamaulipas y Querétaro. El resto del cargamento nunca fue encontrado pues aseguran las malas lenguas, llegó a la capital y no podían mencionarlo.
 
Datsun en el cementerio nuclear (Foto: CNSN)

La camioneta fue enterrada en cemento y las varillas dentro de bolsas de plástico en 10 fosas del desierto de Samalayuca. Para 2001 el ambientalista Félix Pérez denunció que la varilla permanecía a cielo abierto, cosa que la UNAM comprobó tres años después y aseguró que aún tenía radioactividad alta. Los otros dos cementerios radioactivos se ubicaron en Mexicali (115 ton) y Maquixco (70 ton), a unos pasos de las pirámides de Teotihuacán. 10mil toneladas, siguen perdidas hoy en día.

Toda la gente expuesta al cobalto-60 en la calle, trabajando con la varilla, en los depósitos de chatarra o en los inmuebles contaminados; desarrollarían oligospermia y leucopernia. A corto plazo tendrían quemaduras, vómitos, cefaleas y lesiones medulares. A largo plazo (en exposición constante) leucemia, cáncer de hueso, anemia o daño medular. Dos años después el accidente de Chernóbil opacaba el caso mexicano sumiéndolo al olvido. Si esto hacía una maquinita de radioterapia ¿Qué podía provocar una explosión en una central nuclear?

Comentarios

Más vistos

Un encuentro con la fiera del Fru-Fru

Requiém para el Cine Ópera

El último momento

Un sueño en el olvido

Los motivos de Sor Filotea