Arquitecto de milagro

“La aventura de Andrés de Segura para convertirse en fraile"
 
Cúpulas del Templo del Carmen en San Ángel (Fotos: Mario Yaír T.S.)
 
La nao de Santa María de la Merced era tan hermosa que el mismo rey de España la decomisó para su flota. La nave iba y venía, iba y venía sin dilación. En uno de aquellos múltiples viajes de la Nueva España al Viejo Continente, iba como tripulante el joven matemático español Andrés de Segura. Nadie imaginaba que aquel viaje de rutina se volvería un tormento cuando antes de aquel anochecer de mayo de 1594 azotó una tormenta.

En medio de la pesadilla, 30 tripulantes que se arrojaron al mar, lograron sobrevivir la noche improvisando una chalupa en la que apenas cabían. A la mañana siguiente se descubrieron rodeados de tiburones lo cual les impedía pescar. Condenados a beber su propia orina y a despellejarse por voluntad del sol; los náufragos empezaron a sucumbir. El doceavo día, con una visión borrosa del horizonte, alguien divisó tierra. Los hombres llegaron a las costas de Florida.
 
Retrato de la Virgen del Carmen en San Ángel

En el tocar fatigado de una tierra desconocida que les recibía, Andrés cayó en un trance donde le pareció ver a la virgen del Carmen. Implorando piedad, le rogó fervientemente que si lograba salvarlo él ingresaría a la orden del Carmen. Así recuperadas las fuerzas, los hombres abordaron de nuevo la chalupa y siguieron la costa hasta que hallaron una fragata del rey.

La fragata los llevaría a la Habana para acercar a los hombres a la Nueva España, pero cruel broma del destino, un barco los asechó. Abordando los piratas ingleses la nave, les despojaron lo poco que habían logrado obtener en San Agustín Florida. De nuevo los rezos a la virgen del Carmen se hicieron presentes y en ese instante el corsario mayor ordenó a sus hombres abandonar la nave y dejarlos libres.

El 29 de junio llegaron a la Habana. Andrés buscó la manera de volver a la Nueva España a cumplir su promesa, pero una orden lo detuvo. La orden de servir a la corona como parte de la armada en Cádiz. El ahora nombrado militar viajó a España.
 
Terminado el servició decidió volver a la Nueva España en 1596 y estando en la nao que lo llevaría de regreso, encontró a unos religiosos carmelitas a bordo de quienes recordó su promesa. Una promesa que se opacó con el humo de los cañones y las llamas, pues la armada inglesa atacó la nao en que viajaban y tomaron Cádiz ese año.

Pasillos del monasterio del Carmen
 
- Cuantas aventuras navales ha tenido vuestra merced – decía Doña Mariana desde su palanquín cargado por esclavos mientras le mostraba el convento que patrocinó con su dinero – es una fortuna que la virgen del Carmen lo haya conservado para esta encomienda-. Fray Andrés de San Miguel terminó de mostrarle el monasterio y las puertas se cerraron. Ordenado en Puebla hasta 1598 y sabiéndole matemático talentoso, se le había nombrado arquitecto de la orden, cosa que abrazó con mucho gusto.

Cuando no se encontraba edificando, lo pasaba haciendo tratados sobre fabricación de relojes o astronomía de bóvedas. Algunos dicen que usó sus conocimientos astronómicos y matemáticos para orientar sus templos con las estrellas. Otros aseguran que escribió el primer tratado de arquitectura del continente. Lo cierto es que el artífice del Convento de los Leones y el Convento del Carmen en San Ángel, parece haber recibido de la virgen muchas más gracias que salvarlo de un simple naufragio.
 
Ermita en el Desierto de los Leones

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