El costo de una boda
“La boda que escandalizó a un pueblo”
Es
la mañana del 8 de mayo de 2016 y el poblado de Santa María El Tule se
encuentra a la expectativa. Los oaxaqueños por supuesto desaprueban la
boda próxima a realizarse en la plaza principal, no por nada el Comité
del pueblo intentó cobrar 50mil pesos para realizarla. Aquello
provocó que se celebrara con las puertas del templo cerradas y con
el descontento de muchos que protestaron.
Mientras tanto en el número 30 de la calle Sabino se preparaba el novio, frente a una comitiva de periodistas y fotógrafos que asisten al inusual evento. Su nombre es Richard Torres, un actor peruano que viajó específicamente a Oaxaca para contraer su octavo matrimonio. Su próximo marido, oriundo de aquel poblado, aguarda en el atrio de la parroquia.
Mientras tanto en el número 30 de la calle Sabino se preparaba el novio, frente a una comitiva de periodistas y fotógrafos que asisten al inusual evento. Su nombre es Richard Torres, un actor peruano que viajó específicamente a Oaxaca para contraer su octavo matrimonio. Su próximo marido, oriundo de aquel poblado, aguarda en el atrio de la parroquia.
Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles |
La madrina es una curandera zapoteca oriunda del pueblo. Entre el humo del copal, viste a Richard mientras canta los rezos tradicionales de la comunidad. Afuera, los músicos y la gente vestida de blanco que acompañará la comitiva comienzan a reunirse. Llevan ofrendas zapotecas e incas conformadas de frijol, aguacate, mezcal, maíz y caco. Terminado el ritual, el novio sale de la casa escoltado por su padrino Wenceslao Vásquez, el indígena más anciano del pueblo. A sus 94 años era quien más tiempo había conocido y convivido con el futuro novio.
Las puertas del atrio no se abren. Desde la reja, la curandera Rocío habla con el novio – Te pedimos permiso, te pedimos perdón, porque en nuestra ignorancia te hemos hecho daño -. Richard le colocó desde afuera una mascada blanca y en ese momento uno de los miembros del Comité que se encontraba adentro protestó. Violentamente quitó la mascada ante el silencio de la comunidad - ¡Estás invadiendo algo privado! -. Richard, como la gente, padrinos y periodistas quedaron en silencio. Lo dejaron irse y solo entonces se tocó un caracol al viento y siguió la ceremonia.
Llegados los anillos, las campanas se tocaron con júbilo y los pocos que aprobaban la unión gritaron ¡Que vivan los novios! Al ritmo del arroz que caía entre los recién casados, Richard colocó el anillito de oro en su pareja: una ramita que salía de entre la reja del viejo sabino de México, el tronco más ancho del mundo. Un peruano se había casado con el árbol más famoso de México.
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La boda del Tule (Foto tomada de Richard Torres fans club) |
Pasó a los anales de la historia con “h” minúscula. No hubo más ruido que el de la prensa independiente que detallaba la boda como un acto de rebeldía contra la tala inmoderada. El Comité del Árbol, fue el villano del cuento porque aún lucra con el turismo para beneficio propio. La noche de bodas consistió en sembrar arbolitos en las cercanías del lugar. Dos años después Richard volvería a Oaxaca, pero a San Jacinto Amilpas, donde 30 habitantes; hombres y mujeres con ropas de gala tradicionales; inspirados en el acto también se casarían con palmeras, laureles y bugambilias comprometiéndose con su protección.
El árbol del Tule tiene un marido, y resulta curioso que para muchos eso es más escandaloso que el hecho de vivir en un país donde a diario muere la Selva Lacandona, donde los bosques de Tlalpan siguen siendo invadidos por paracaidistas, donde la selva de San Luis Potosi se asfixia día con día, donde complejos hoteleros o una refinería puede más que un manglar. Con ansias de sembrar soya y aguacate, de construir modernos fraccionamientos y de continuar con el comercio maderero sobre la sangre de los activistas asesinados, en un pueblito reconocido por un solo árbol, hizo más ruido una boda con una ramita que la destrucción colosal de los que no vemos tras de la reja.
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