Lo que se hizo Pakal
“El gran Pakal y su urgencia por una cirujía plástica”
La
llamada llegó al área maya del Museo Nacional de Antropología aquella
mañana de 2001. Matos Moctezuma solicitaba en préstamo la máscara de
Pakal para una exposición sobre el esplendor mesoamericano en San
Ildefonso. Los encargados se pararon frente a la vitrina del museo donde
se encontraba el ajuar funerario de Pakal y con todo el cuidado del
mundo tomaron la máscara para analizarla. De pronto cayó una pequeña
piedrita al suelo. Su presencia en la exposición era imposible. La pieza
estaba tan frágil que era imposible moverla así que el museo se dio a
la tarea de restaurarla. Nadie imaginaba que la cirugía plástica de
Pakal sería el más grande reto del museo.
Para tener las teselas de jadeíta en perfecto orden y armonía lo primero era averiguar cómo se veía al momento de salir de la tumba. Gran problema, pues aquel domingo 15 de junio de 1952, fecha en que la tumba se abrió, estaba hecha pedacitos. Alberto Ruz intentó hacer un montaje con las piezas dignas de un rompecabezas pero el resultado fue tan grotesco que parecía falsificación. La cara de plato, su nariz deforme y los ojos bizcos, lo obligaron a volver a empezar de nuevo en 1954. El resultado no fue mejor pues le quedó una boca diminuta y unas extrañas orejas.
Para tener las teselas de jadeíta en perfecto orden y armonía lo primero era averiguar cómo se veía al momento de salir de la tumba. Gran problema, pues aquel domingo 15 de junio de 1952, fecha en que la tumba se abrió, estaba hecha pedacitos. Alberto Ruz intentó hacer un montaje con las piezas dignas de un rompecabezas pero el resultado fue tan grotesco que parecía falsificación. La cara de plato, su nariz deforme y los ojos bizcos, lo obligaron a volver a empezar de nuevo en 1954. El resultado no fue mejor pues le quedó una boca diminuta y unas extrañas orejas.
Ruz decidió llevar la máscara a la Ciudad de México esperando una mejor restauración. Tras largas semanas de cirugía, el resultado parecía formidable. Le habían intercambiado los ojos (para quitarle la mirada bizca), le eliminaron las orejas para darle una forma más humana, le dieron una perfecta simetría y según su idea de indígenas mayas, le pusieron una prominente nariz aguileña.
Colocada en el Museo Nacional de Antropología listo para su inauguración, la máscara junto con el ajuar funerario fue una de las exhibiciones más buscadas del lugar. Y así fue hasta aquella fatídica navidad de 1985 cuando los vigilantes descubrieron el maniquí desnudo. El pavoroso sismo cultural que estalló con el gran robo al Museo de Antropología, provocó que Pakal viajara en una mochilita hasta las lejanas tierras místicas de Satélite, donde dos estudiantes (que según una versión, se creían descendientes del gobernante maya) la mantuvieron oculta junto con las demás piezas en un closet al lado de zapatos, camisas y calzones hasta su recuperación 4 años después.
Devuelta al museo, la máscara tuvo una restauración express que la dejó lista para la exposición temporal que exhibiría con pompa y lujo las piezas recuperadas. Tras esa, Pakal volvió a su vieja vitrina donde por los próximos 10 años, millones de turistas pasaron frente a ella y le tomaron cuantas fotografías pudieron hasta que un día empezó a llorar. Y es que una extraña masa blanca que le brotaba de los ojos preocupó a los encargados del museo y aquella solicitud de préstamo del 2001 fue el pretexto perfecto para analizarla.
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Máscara de Pakal alrededor de los 70 (Foto: MNA) |
Hubieron de deshacer la máscara por completo para restaurarla y solo así se descubrieron los materiales con que desde 1952 la máscara se había restaurado: yeso, papel, espuma de poliuretano, carbonato de calcio y esa masa blanca en los ojos ¡plastilina! El calor de las cámaras que la fotografiaban a diario la había derretido no solo saliendo de las cuencas sino provocando que las piececitas se movieran de lugar. Para entonces la máscara estaba en tan mal estado que se llegó a pensar que Pakal tenía estrabismo.
Comenzando desde cero, fue la primera vez que se convocó no solo a restauradores, sino arqueólogos, antropólogos, museógrafos e historiadores del arte, para averiguar cómo debió haber sido desde un principio. Por primera vez desde 1952, Pakal el grande, podría ser grande otra vez.
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