Todo por mi madre

“La forma en que se hizo un golpe de estado”
 
Recinto parlamentario (Fotos: Mario Yaír T.S.)

- ¡Aquí sobre mis rodillas, te enseñé a pronunciar el nombre de Dios! – le decía su madre a Nachito quien escuchaba atentamente el regaño. Nachito es según palabras de Guillermo Prieto, un hombre dulce y pacífico que lo mismo competía al trompo con otros niños que hablaba de moda con las señoras. Su carácter conciliador lo hizo el personaje idóneo para dirigir el país en la constante lucha de liberales contra conservadores del México independiente tras el derrocamiento de Santa Anna. Así en 1855, Nachito se convirtió en el presidente Ignacio Comonfort.
 
- Yo empapé tu cabeza con las aguas bautismales y los óleos ungieron tus cabellos – prosigue doña Guadalupe de los Ríos tomada del brazo de su hijito Ignacio mientras pasean en la Alameda. A lo largo de 1856 el recinto parlamentario del Palacio Nacional era un verdadero campo de guerra. Con el país sumido en derrotas, crisis y fracasos, los liberales puros comenzaron a ganar puestos en el congreso. Por eso cuando llegó la idea de hacer una nueva Constitución, impusieron sus propuestas por encima de los conservadores e incluso de los moderados que seguían consejos y órdenes de Comonfort.
 
El ojo que todo lo ve en el Recinto Parlamentario
 
- Yo te llevé al pie del altar y la hostia consagrada llegó a tus labios llevando el perfume de la fe católica – dice la mujer de descendencia irlandesa mientras Ignacio le pela una manzana. La manzana de la discordia es el poder de la iglesia católica. Por eso cuando la Constitución quedó totalmente redactada a favor de suprimir el control del clero sobre asuntos del estado, las facciones conservadoras apoyadas en la iglesia comenzaron a conspirar. Estratégicamente, la facción liberal promulgó la Constitución el 5 de febrero de 1857; como un tiro de gracia, exactamente el mismo día en que se celebraba la fiesta de San Felipe de Jesús, el primer santo mexicano.
 
- ¡Tú has sido creyente y lo sigues siendo todavía! – dice Guadalupe mientras Ignacio se coloca su levita. El gran problema de Ignacio Comonfort es ser un hombre tibio, por eso para ambos bandos tiene rostro de indeciso. No comprende que aquellos dos proyectos de nación tan diferentes, son irreconciliables. Y hace dos días, el 17 de diciembre de 1857, el general conservador Félix María Zuloaga proclamó el Plan de Tacubaya con la misión de disolver el Congreso y colocar uno nuevo ajustado a los intereses conservadores. 
 
En medio de la pelea quedaba el presidente Comonfort, un hombre solitario que vive con su madre a quien ama y respeta ciegamente. Antes de persignarlo para salir a trabajar, la madre concluye llorosa - ¿Por qué, entonces derribar lo que has adorado y quemar en la llamarada de la impiedad tus creencias sagradas? –. Insólito entre lo insólito, ese día Comonfort, el hombre que firmó para su ejecución la Constitución de 1857; por consejo de su madre cegada por la fe, se adhiere al Plan de Tacubaya y se proclama un autogolpe de estado. El presidente moderado se auto derroca. Acaba de iniciar la Guerra de Reforma…
 
Tumba de Ignacio Comonfort

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