Tras las puertas de La Noria

“La cara obscura y poco conocida de Dolores Olmedo”
 
Estatua de Dolores Olmedo

Fue la mecenas del arte mexicano y la empresaria exitosa. La cultura mexicana (la de la cortina de nopal) le debe toneladas de agradecimientos por su rescate del nacionalismo mexicano. A ella se le debe haber contactado a Carlos Pellicer para adaptar la museografía del Museo Casa de Frida Kahlo, el rescate del “Sueño de una tarde dominical” del Hotel del Prado tras el 85, la conservación de las obras de Angelina Beloff y haber puesto de moda los xoloitzcuintles y las ofrendas de día de muertos entre la élite mexicana. Pero esa biografía rosa de la coleccionista está manchada con una incómoda historia que muchos prefieren olvidar.

El 31 de agosto de 2003 esa historia salió a la luz cuando las puertas de la casa en que vivió se abrieron al público tal cual y como las había dejado tras su muerte un año atrás: A Miguel Alemán lo conoció desde que fue senador (e impulsor de bienes raíces en Acapulco), por eso ella consiguió una casa allá justo cuando conoció a Rivera y pidió pintarle puestas de sol. Inés Amor decía que sería a partir de ese sexenio cuando Lola creó su fortuna. Siendo dueña de tabiqueras en Naucalpan, fundó junto con Bernardo Quintana la empresa ICA que conseguía los contratos gubernamentales necesarios para dar vida a las construcciones faraónicas presidenciales.

Hacienda de la Noria decorada con piezas arqueológicas
 
Junto a sus fotografías codeándose con Adolfo López Mateos, compartiendo mesa con Plutarco Elías Calles o abrazando a López Portillo, Lola le decía a Elena Poniatowska – Los adoro porque me ayudaron a incrementar mi fortuna, pero yo también les ayude a incrementar las suyas -. ICA sería la empresa responsable de construir el Estadio Olímpico de CU, las Torres de Satélite, la Línea 1 del metro, la Basílica de Guadalupe o el Palacio de los Deportes en los tiempos del México moderno. Obras emblemáticas ¡sí!, pero marcadas históricamente por la mano de obra mal pagada y los trabajos a tiempos forzados como ocurrió en las sedes olímpicas durante 1968.

Para entonces la dudosa forma en que se hizo de piezas arqueológicas la envolvía en la polémica. Ella aseguraba que Rivera se las seleccionaba para comprarlas; pero el verdadero escándalo era cuando piezas de arte a su cuidado, de pronto desaparecían. Al final, los extravíos de la colección privada nunca se comprobaban. Eduardo Valle decía que para cuando Lola fue amante del narcotraficante Alberto Sicilia (aparentemente le habría rentado una casa en el Pedregal a través de Irma Serrano), ya había trabado gran amistad con Carlos Hank.

Museo Dolores Olmedo
 
Lola sería funcionaria pública en el equipo de Hank al mismo tiempo que él compraba con dinero salido de quién sabe dónde, las pinturas de José María Velasco. Así conseguiría, según Rodolfo Salazar González, la exclusividad de la fabricación de tabiques con que Hank construía obras públicas. Salazar menciona: “El ascenso económico de esta inteligente mujer reflejó con pulcritud que el progreso del Estado Mexicano […] era más bien de grupo compacto y de pandillas”. No por nada cuando Julio Scherer destapó en Proceso la corrupción del regente, ella jamás le volvió a abrir las puertas de su casa en Xochimilco: la Hacienda de la Noria.

Echeverría le ofreció 60 millones por el inmueble pero ella declinó la oferta para crear un fideicomiso. En 2009 Proceso reveló que aquel fideicomiso se había hecho con recursos públicos y que tenía como presidente vitalicio a Salinas de Gortari y miembros como Carlos Slim, Emilio Azcárraga y Manuel Arango.
 
Entrada a la antigua sala Habitaciones Privadas
 
- A ninguno de mis hijos le importa el dinero como no me importa a mí – le decía a Poniatowska
- ¿Pero cómo no le va a importar, Lola, si se ha dedicado a hacer dinero? Los ricos siempre repiten que no les importa el dinero. Esa es una salida fácil.
- Pues no lo es, a los Olmedo no nos importa el dinero. Lo tenemos y sabemos disfrutarlo pero no vivimos para él.

En 2019 las fotografías con políticos y otros objetos personales de aquella indigesta recámara; galería infame de la política mexicana; desaparecieron para exhibir una ofrenda y una exposición de la empresa ICA en el museo. Pocas veces se pueden ver o encontrar en el museo. El archivo personal, su correspondencia y parte del mobiliario se conservó, el resto fue vendido en 2003. Mucho se habla de su relación con Rivera hasta la muerte del pintor en 1957, pero que poco se habla de los otros 50 años que pasó envuelta en aquel lugar. Habrá cosas que analizar – decía Raquel Tibol tras la muerte de la coleccionista – Y ver que tanto es legítimo que los coleccionistas se arrimen al poder público como lo hizo Lola.
 
Ofrenda en memoria de María Patiño y Dolores Olmedo

Comentarios

  1. Al ser elevado al rango de Universidad Autónoma de Zacatecas su antecesor, el Instituto de Ciencias, pasaron a su poder dos colecciones: una de arte huichol y otra de antropología. Ambas llevan el nombre de sus creadores: Mertens, apellido de un médico belga, que trabajó profesionalmente al servicio de una mina, en Bolaños, Jalisco
    y Luna Arroyo, a su vez, antropólogo de profesión. En la década de los años setenta, le fue solicitada en préstamo la colección Mertens a la Universidad. La solicitud provino de una instancia federal y el objetivo el de presentarla en exhibición. Atendida la solicitud, la colección salió de Zacatecas. Transcurrido el tiempo, la colección no regresaba; se debieron emprender acciones oficiales sin resultado alguno; todavía más, se decía que nadie sabía de su existencia. Con posterioridad, por mero accidente, un universitario lee en la prensa nacional, muy probablemente Excélsior, que dicha colección se estaba exhibiendo en un país árabe. Nuevas gestiones y nuevos fracasos sucedieron tras su localización. Una nueva cortina de meses cayó sobre las gestiones, y sobrevino una nueva catarata de negativas. El rector fue informado que, una vez de regreso a México, la colección estaba en manos de Dolores Olmedo. Varias entrevistas le fueron negadas al rector para hablar con ella. Cuando, por fin, tuvo lugar la entrevista sobrevinieron multitud de negativas y, finalmente, se negó a seguir hablando del tema. Olmedo sabía todo de aquello sobre lo que se le hablaba, pero quería hablar poco y, luego, no quiso hablar nada. Devolver la colección, tampoco. Finalmente alguien le sugiere al rector que hablara con doña Esther Zuno, esposa del presidente. Así se hizo. Prometió intervenir y cumplió su palabra. Un domingo por la mañana, casi al amanecer, llaman por teléfono a la casa del rector. Era un oficial de Tránsito, que le indicaba haber detenido dos camiones de mudanzas por haber entrado al centro histórico de la ciudad, área restringida al transporte de carga. Los conductores afirmaban traer un embarque para la Universidad: era la colección de arte huichol. Muchos años después, el Gobernador Genaro Borrego proyectó la construcción del Museo de Arte Zacatecano y ofreció a la Universidad espacio para exhibir en él la colección. El proyecto, finalmente, no se llevó a cabo. Nuevamente el gobernador ofreció remodelar un espacio universitario para el mismo efecto. Dicho inmueble era, a la sazón, casa estudiantil. Aunque se ofreció un nuevo alejamiento a los estudiantes, su líder se negó a dejarlo. Fue así que dichas colecciones quedaron alojadas en una versión minimalista del museo originalmente proyectado. Nuestros visitantes pueden encontrarlas en dicho museo, en la calle Dr. Hierro, en el centro de la ciudad. Agrego, finalmente, que Fernando Benítez escribió un libro sobre los textiles en mención.

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    1. ¡Que fuerte historia! Gracias por compartirla. Ahora cuando visite ese museo ya sabré lo que hubo detrás.

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