Educando con amor

“¿Que tan liberales son los liberales y que tan conservadores los conservadores?”
 
Detalle de las columnas de San Ildefonso (Fotos: Mario Yaír T.S.)
 
Cuando Sebastián Lerdo de Tejada llegó a la rectoría del Colegio de San Idelfonso en 1862, un torbellino se alzó en su contra. La batalla de Puebla ese año, aumentó el apoyo al gobierno liberal y los estudiantes no fueron la excepción. La principal queja contra el rector liberal era que en lugar de filosofar en torno al tema, Lerdo de Tejada prefería obligar a los estudiantes a oír misa diariamente. A partir de entonces, el colegio sufriría una montaña rusa educativa.
 
En 1863 los jesuitas (expulsados desde 1767) volvieron a México y tomaron la dirección del colegio pero los soldados franceses del general Neigre lo mantenían ocupado como cuartel. La convulsa guerra evitó que ese año hubiera clases, iniciando el curso hasta 1864 cuando un joven Justo Sierra entró a estudiar derecho. Las clases incluían gramática latina, moral y metafísica (donde según Sierra, se hablaba de la divinidad de los ángeles y la existencia del alma).
 
En una ocasión el expresidente general Miguel Miramón fue al colegio y al ver a varios alumnos que salían del recinto, les preguntó amistosamente - ¿Muchos imperialistas entre los estudiantes de leyes? – Justo Sierra dijo tajante - ¡NINGUNO!
 
Antiguo Colegio de San Ildefonso
 
Curiosa situación resultó que en el momento en que el emperador de los conservadores, Maximiliano de Habsburgo, llegó a la ciudad; ordenó se cambiara por completo el plan de estudios. El curso de religión se cambió por mitología clásica, y todos los estudios de seminario clerical se prohibieron sin mencionar la destitución de rector jesuita por Francisco Artigas. Para entonces, personajes como Manuel Acuña formaban parte de la comunidad estudiantil.
 
Llegado de Francia, el ensayo “Vie de Jésus” de Ernest Renan (1863), provocó un escándalo entre los padres de familia que se enteraron de su lectura en las aulas. El texto había sido incluido en el Index de libros prohibidos por el vaticano pues negaba la divinidad de Cristo y lo ponía como un ser humano común, pero de notable sabiduría. Fuertes protestas llegaron fuera del colegio con duras misivas al rector que en tiempos del gobierno conservador enseñaba tales blasfemias.
 
Amor, orden y progreso

Concretado el fusilamiento del emperador al lado de su fiel general Miramón, Benito Juárez quiso poner en marcha las ideas del mundo moderno para México. Estando en Guanajuato, Juárez escuchó a un orador decir “Conciudadanos, que en lo de adelante sea nuestra divisa ¡libertad, orden y progreso!”. Por tales palabras, Juárez lo nombró encargado de la Instrucción Pública y el 2 de diciembre de 1867 promulgó la creación del modelo norteamericano de la Escuela Nacional Preparatoria. Gabino Barreda se convertía así en la piedra angular de la educación positivista.
 
Grave problema porque la matrícula de alumnos cayó drásticamente a tener apenas 900. Ni estudiantes, ni padres de familia, confiaban en el modelo de la “razón”. Por eso volvió el curso de metafísica y Barreda se vio obligado (según Edmundo O’Gorman) a cambiar el lema de la escuela por “Amor, orden y progreso” para convencer a las familias y sobre todo a los alumnos de volver a las aulas.
 
Liberales que se comportan como conservadores, conservadores con prácticas liberales. ¿Confuso no? Quizá todos ellos tenían en mente un fin mayor alejado del calor del momento, quizá simplemente saboteaban sus ideales para salvar su imagen, o quizá el término les quedaba corto. Saltando cual chapulines atrapados solo en dos definiciones, “Conservadores y Liberales” no dejan de ser términos alejados de la complejidad del pensamiento individual dentro de una sociedad en crisis.
 
Fachada del Anfiteatro Simón Bolívar

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