El juego de un niño
“La curiosa pelea grafitera en la pared de un estacionamiento”
El
pretexto fue el mejoramiento visual de las calles del Centro Histórico.
El lugar fue la pared de un estacionamiento en la calle San Jerónimo.
La primera protagonista, es Carmine Vault, una chica que comenzó a
grafitear las paredes de Toulouse en 1994 con el seudónimo de Fafi y al
llegar a México en 2008 se enamoró del día de muertos. Así comienza la
historia de una de las peleas grafiteras más curiosas de la Ciudad de
México.
Las fafinettes de Fafi eran caricaturas de mujeres. Para dejar huella de su paso por México, se le financió un grafiti de una fafinette abrazando a una catrina estilo Fafi para despedir a la gente que salía del centro. No duraría mucho, las calles de Regina y San Jerónimo se habían adecuado por el Distrito Federal para albergar arte urbano efímero por lo que se reemplazaría cada varios meses. Un hotel patrocinó el nuevo grafiti del estacionamiento San Jerónimo, pero el artista madrileño contratado, Spok Brillor decidió retar al muro.
Las fafinettes de Fafi eran caricaturas de mujeres. Para dejar huella de su paso por México, se le financió un grafiti de una fafinette abrazando a una catrina estilo Fafi para despedir a la gente que salía del centro. No duraría mucho, las calles de Regina y San Jerónimo se habían adecuado por el Distrito Federal para albergar arte urbano efímero por lo que se reemplazaría cada varios meses. Un hotel patrocinó el nuevo grafiti del estacionamiento San Jerónimo, pero el artista madrileño contratado, Spok Brillor decidió retar al muro.
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Fafi en México (Foto de GraffMX) |
Con uno de sus característicos personajes poliédricos, Spok decidió abrazar la obra de Fafi y “comerse” a su fafinette. El retador acto se volvió la comidilla en el mundo grafitero y Spok sería posteriormente contratado por el Infonavit para pintar los muros de unos condominios en Quintana Roo. Fue cuando llegó el italiano Ericailcane a la ciudad, que decidió salir en defensa del mexicanismo originalmente plasmado en la pared.
Acostumbrado
a los animales en sus grafitis, Ericailcane se sumó a la obra poniendo
las garras de un lince mexicano sobre los personajes de Fafi y Spok.
Aquella sería su primera intervención en México, pues pronto se volvería
el grafitero incómodo de la ciudad. Fiel al muro contestatario, un
monito cilindrero con la banda presidencial que usaba dos pesos
como platillos sobre la calle de Madero y una marcha de conejitos con el número 43 devorados por
un tigre, serían los dos murales censurados que en 2015 desatarían una
polémica sobre el arte urbano. En los tiempos de Peña Nieto, Ericailcane
tuvo que salir del país.
Finalmente cansados de que el arte urbano mexicano estuviera a cargo de pinceles extranjeros, dos jóvenes decidieron poner fin al asunto. Minoz&Meiz dieron la vuelta por el barrio, tomaron unas fotografías y eligieron al personaje que más les gustó para retratarlo. Así terminaron el mural con un gigantesco niño de camisa huichol en estilo hiperrealista que juega con todo el conjunto. Ambos desconocidos saltarían a la fama del hiperrealismo grafitero en 2012 dedicándose posteriormente a la ilustración.
Afuera del mundo del grafiti, de las peleas y las intervenciones, los vecinos de San Jerónimo se volvieron uno con el mural. Desde los trabajadores de la gasolinera hasta los del estacionamiento, vieron de cerca la transformación de esa pared gris. Les significó algo. Por eso cuando se les ofreció repintar las fachadas de la cuadra de modo uniforme, solo una quedó intacta. La de esos niños con latas de aerosol jugando al arte. La del cadáver exquisito que todos los vecinos llaman “El juego de un niño”.
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