Gallo no es como le pintan

“¡¡¡Agárrense que ahí viene Juana Gallo!!!”
 
Casa de Juana Gallo (Fotos: Mario Yaír T.S.)
 
Primero fue el corrido de 1958 estrenado en “La hora nacional” en voz de Lucha Moreno; dos años después vino la película. Era la imagen seductora de una revolucionaria fuera de serie. Peleaba al lado de los dorados de Villa, causaba temor entre los federales, rompió sitios y montada en su caballo gritaba la joven a los cuatro vientos “Viva la Revolución”. – Yo conocí perfectamente a Juana Gallo en Zacatecas – decía el diputado constituyente Adolfo Villaseñor – pero nada significa Juana Gallo dentro de la Revolución Mexicana por la sencilla razón de que en ningún momento fue revolucionaria, ni en ideales ni en acción.
 
Era cierto. En la ciudad de Zacatecas los asiduos habitantes de las cantinas eran quienes mejor habían conocido a Ángela Ramos Aguilar. Era una señora aguerrida, mal hablada, adicta al alcohol y desaseada los últimos años de su vida, pero eso sí, profundamente católica. Siempre fue así, en una ocasión siendo niña hizo una travesura a un amigo de juego y terminó abriéndole la cabeza a lo que el párroco Eugenio Narváes le pegó un grito - ¡Aplácate Juana Gallo! – así nació el apodo.
 
¿Qué hace Juana Gallo? - En tu madre me monto a caballo (Foto: Ecodiario Zacatecas)
 
Conflictiva hasta las greñas, un capitán prendado de ella la raptó y ambos tuvieron un hijo, pero este murió aún pequeñito y fue cuando Juana halló refugio en el alcohol. Abandonada, Juana se dedicó a la venta de tacos y gorditas, pero su éxito radicaba en su lenguaje tan florido que gustaba a los comensales. Siempre había un chiste, un albur o una leperada que salidos de su boca eran pura simpatía.
 
La revolución la tuvo sin descuido alguno. Vio el esplendor del Zacatecas porfiriano y luego sus pavorosas ruinas tras las luchas; pero lo que no toleró fue la guerra cristera. Por eso cuando corrió el rumor de que el general Benjamín Hill había ordenado clausurar los templos en Zacatecas, ella levantó a un grupo de mujeres y fueron hasta el Hotel Francés donde apenas puso un pie el general y Juana le sentó tremenda cachetada acompañada de un diccionario de maldiciones.
 
- ¡Lárguese de aquí tanta vieja y vayan a los cuarteles donde mis soldados las necesitan! – respondió el general.
- ¡Tráenos a tu madre y ponte enaguas pa’que nos acompañes! – reviró Juana.
 
Antiguo Hotel Francés de Zacatecas
 
Durante el conflicto Cristero, Juana defendió cualquier ofensa contra la iglesia. En otra ocasión en el Santuario de Nuestra Señora del Patrocinio se leía “Viva María” y alguien agregó “Conesa”. Encolerizada, Juana Gallo subió hasta el cerro y borró las palabras para dejarlas nuevecitas sin tan sacrílego mensaje. 
 
Pasada la cristiada, Gallo se convirtió en un personaje popular. Se le veía en las cantinas ebria inventando aventuras al lado de Pancho Villa. Chacoteaba en los cuarteles creando fantasías sobre sitios de guerra imaginarios y falsas anécdotas de la toma de Zacatecas. Cuando unos oídos anónimos la escucharon, en la ciudad de México surgió la leyenda de Juana Gallo la soldadera, y más tarde la generala de la revolución. – En serio, yo estuve ahí – decía Juana Gallo jurando con el dedo mareado de tequila.
 
Video: Juana Gallo inerpretada por Lucha Moreno
 
Encerrada en su casa, con las paredes repletas de estampitas religiosas y un retrato del obispo. Dicen sus familiares que ya muy anciana escuchó aquel mítico programa de “La hora nacional” con una emisión dedicada a su querido Zacatecas. Cuál sería su sorpresa cuando como entrada, de pronto sonó el corrido de Juana Gallo. Todos recuerdan ese momento porque por primera vez estaba quietecita, por primera vez no alebrestaba ni sacaba algún comentario jocoso, solo estaba sentadita escuchando atentamente y alguien aseguro verle soltar una lágrima. Sería la primera y la última vez que la verían así, pues unos días después de la transmisión, el 21 de octubre de 1958, la peleonera de leyenda, falleció.
 
Casa de Juana Gallo en Zacatecas

Comentarios

  1. Que bella historia y aunque no participó en la revolución defendió la causa cristera

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