Lectura de letrina

“El concurso de recuerdos que dio vida al Museo del Exconvento de Tepoztlán”
 
Letrinas de la Natividad (Fotos: Mario Yaír T.S.)

Cuando se restauró el convento de la Natividad en Tepoztlán para volverlo museo en 1993, las pinturas murales formaron parte del eje rector de la obra. Marcela Tostado, en ese entonces coordinadora del proyecto notó como poco a poco aparecían en los muros las pinturas que decoraron el inmueble en el pasado.
 
Los antiguos reyes españoles aparecían pintados como tritones en las cenefas, unos perros custodiaban los medallones de la orden,  las estrellas dentro de las figuras geométricas de las bóvedas aludían al cielo. Había ángeles tocando liras sobre cielos azules, y debajo de estas pinturas había otras de las primitivas figuras geométricas del templo. Medallones religiosos, santos, emblemas, símbolos; todo era maravilloso, pero una pared desconcertaba a los restauradores: la de las letrinas. 
 
Sala de murales
 
Sobre cada una de ellas, había restos de lo que podían ser rezos u oraciones. Se notaba en las letras y en una especie de marcos, pero estaban tan dañadas que no había manera de saber lo que decía ahí. En fin; el trabajo continuó y pronto llegó una idea dentro del proyecto. Colocando panfletos o avisando de boca en boca, se convocó a un concurso de recuerdos, en donde ganar era más bien simbólico. Se invitó a los habitantes de Tepoztlán a dar un objeto histórico que pudiera contener la memoria del pueblo.
 
La gente llegó con interesantes piezas que poco a poco fueron conformando parte de la colección. Las piezas aún se encuentran en el museo. De ahí salieron imágenes religiosas, un cerrito esculpido en madera, una enorme radio vieja, las vasijas de barro del tamaño de un niño para contener la comida, una máquina de coser e incluso una antigua banca de escuela que por ahí alguien había conservado. 
 
Salas del museo Ex Convento de la Natividad
 
Piezas arqueológicas hubo varias. Se las habían encontrado los campesinos en sus cosechas, lo mismo algo prehispánico que algo virreinal. Pero la cosa más curiosa de todas fue cuando una ancianita se presentó al concurso con un papelito doblado. Era una hoja amarillenta con anotaciones en cursiva. Cuando le preguntaron lo que era, ella respondió – son los poemas del baño del convento -. Un familiar suyo los había anotado hacía años y los conservó.
 
Cuando compararon lo anotado en el papelito con las letras aún visibles en los muros, estas coincidían a la perfección. Esa pista los llevó a averiguar que aquellos, habían sido escritos en 1840 por José Manuel de Mata y plasmados en los muros del convento en 1895 por José Donaciano. Ni rezos ni oraciones, pues al apenas leer el primero, restauradores y museógrafos cayeron en el asombro:
 
No hay que cansarse, mortales:
En obrar no hay excepciones,
Porque en todas las naciones
En esto son muy iguales.
De las materias fecales
Todos hacemos morcilla,
Y cuando la gana pilla
Dando al intestino tono,
El Rey baja de su trono
Y el Papa deja su silla.
 
Poemas de las letrinas del convento de la Natividad

Comentarios

  1. Pero me imagino que ese sería sólo uno de los letreros, y los otros letreros ¿que decían?

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