Los Inmolados
“Así fueron los últimos momentos de
la Cineteca Nacional”
La leyenda urbana asegura que “La
tierra de la gran promesa” de Andrzej Wajda es una película maldita porque
donde se exhiba provocará un incendio. Considerada la mejor película del cine
polaco de todos los tiempos, una escena clave ocurre con el incendio de una
fábrica provocado por la venganza. Esa escena aparece alrededor de las 3 de la
tarde del 24 de marzo de 1982 en la sala Fernando de Fuentes de la Cineteca
Nacional.
El incendio inició detrás de la
pantalla, el desconcierto entre los cinéfilos se transforma en preocupación
cuando las llamas se extienden por la sala. Devoran los asientos, las paredes,
los techos. En los pasillos la gente corre despavorida, un niño cae y la multitud
le pasa encima. El humo nubla la vista de quienes intentan usar la escalera. Es
un edificio que alberga una librería, un restaurante, tres salas, talleres,
área de exposiciones y cuatro bóvedas de seguridad.
En la sala de proyección, el
entonces director de la Cineteca, Fernando del Moral, pide a los trabajadores
que detengan las proyecciones y bajen con calma. Al llegar los bomberos entran
a las bóvedas de donde comienza a salir un espeso humo amarillo. Las llamas no
se logran apagar con el agua, solo se puede apagar con espuma especial. Lo que
los evacuados desconocen es que si el fuego alcanza el sótano con las toneladas
de películas, habrá una inmensa explosión y el humo solo revela que está por
pasar.
- “Efectivamente la Cineteca
Nacional ubicada en Rio Churubusco y la Calzada de Tlalpan, se está incendiando
en estos momentos. Lo que le estoy contando no es ningún informe policiaco ni
tampoco es un informe del cuerpo de bomberos. El equipo de 24 horas, Gregorio
Vilchis y Juan Cano camarógrafo nos dirigíamos a cumplir con una orden de
trabajo cuando de repente vimos que en el cielo había humo de color amarillo.
No sabíamos de qué se trataba pero más tarde a las 6:55 de la tarde pudimos
presenciar una explosión”.
En el siniestro desaparece el jefe
del Heroico Cuerpo de Bomberos, Venustiano González Nieto. Los informes ese día
son contradictorios, en la televisión se habla de 5 muertos, los rescatistas
hablan de 22. Hay cerca de 51 heridos que salen en ambulancias del Seguro
Social y de la Cruz Roja. Entre ellos, personas de los alrededores a quienes
les estallaron los vidrios de las casas o los carros por la explosión. El rumor
entre los trabajadores asegura que antes de la primera explosión hubo una sala
donde el público no alcanzó a salir.
Por la noche la escena es dantesca,
las imágenes en vivo transmiten las vigas del edificio desnudas mientras el
inmueble colapsa poco a poco. Los kilómetros de películas del cine mudo se
achicharran, el acervo fílmico de Elías Calles que su familia había donado se reduce a cenizas, una
copia original del primer lote de Nosferatu y las películas familiares que los
refugiados del exhilio español dieron a México se queman. Todo estalla, desde la copia de una
película de Stanley Kubrick con anotaciones de su puño y letra hasta “El llanero
solitario” pintado a mano. Ahí se pierden las películas censuradas por el gobierno de México
que nadie había visto...
Mientras afuera suenan las
ambulancias, los micrófonos de la radio y los bomberos, adentro se
calcinan los dibujos de Serguei Eisenstein que se exhibían en el lobby. Poco a
poco sucumbe a las llamas el vestuario original de Santa. Se esfuma el boceto
de un mural de Rivera que el Indio Fernández regaló al recinto. En la
biblioteca se desmoronan carteles originales, un programa del Perro Andaluz
firmado por Buñuel; solo un libro alcanza a salvarse protegido por una viga.
Versiones hay muchas: un atentado de
la liga comunista contra Margarita López Portillo que debía estar ahí ese día;
un cigarro aventado a la pantalla por uno de los espectadores; una parrilla con
una fuga de gas en el Wings; un corto circuito cerca de un tambo con 15 litros
de nitrato de plata; una conspiración para ocultar los rollos del 68 o para
robar una colección particular; un closet detrás de la pantalla caliente donde
Del Moral guardaba cintas valiosas para ser el primero en analizarlas… el
resultado es el mismo: la institución encargada de proteger el acervo fílmico
del país, acabó destruyéndolo.
La década perdida dominada por las crisis económicas y la corrupción apenas empieza. La turbulenta escena que inició como una cinta de acción, se transforma en terror y termina en drama. La Cineteca Nacional acaba de caer.
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