Más destructivo que un volcán

“Una pista de carreras sobre la pompeya mexicana”
 
Cuicuilco B (Fotos: Mario Yaír T.S.)

México 1967. Dos carreras contra reloj:
La primera porque la Villa Olímpica aún no va ni a la mitad; como buenos mexicanos lo dejamos para último momento y Ramírez Vázquez lo justifica aludiendo a la velocidad del obrero mexicano pues como construimos rápido, no se necesita madrugar (aunque en realidad se trate de avalanchas de campesinos mal pagados que trabajan día y noche en las sedes). Es la palabra de Ramírez contra una opinión pública internacional que no confía en el tercer mundo.

La segunda por la tardía intervención del INAH. Nadie se acordaba que había una zona arqueológica al otro lado de Insurgentes hasta que los buldóceres empezaron a llegar. Ni siquiera tenía nombre, por eso el arqueólogo Roberto Gallegos la bautiza como Cuicuilco B y sacan lo que pueden antes de que los buldóceres les ganen. El problema no es quién llegará primero a la meta, sino ¿cómo será?

De pronto la sorpresa. Tras retirar una capa de lava de cinco metros, salen a la luz basamentos y 8 conjuntos habitacionales petrificados por la lava. Es la denominada Pompeya Mexicana conservada desde hace miles de años. Los pocos que la vieron dicen que conservaba sus colores originales, la forma de las casas, los entierros, ¡todo! Aun no lo saben pero los estudios posteriores revelarán un pueblo de 600 años antes de Cristo. Es la gran ciudad que competía en esplendor con Teotihuacán pero a la cual el volcán Xitle condenó al silencio. Pero un silencio rescatable pues al igual que en Pompeya, todo esta perfectamente conservado por un volcán.

Vista actual del foro en Cuicuilco B

Y aquella mañana de junio del 67 cuando los arqueólogos se disponen a trabajar ya no hay nada. Las maquinas destruyen 7 de las 8 estructuras. Créalo o no, el trabajo arqueológico de rescate se centra en los escombros de basura de la Villa Olímpica de donde sale el texto más relevante “La cerámica de Cuicuilco” por Florencia Müller. Para nadie es sorpresa… Ramírez Vázquez hizo exactamente lo mismo en la Secretaria de Relaciones Exteriores de Tlatelolco. El INAH debe guardar silencio como de costumbre porque así funciona la modernidad. El más mínimo reproche al gobierno y a los amigos arquitectos de Ordaz pueden desembocar en los más fieros sacrificios humanos...

¿Le enfada el peso de la historia? Pues enójese con ganas porque aquí viene el epílogo de nuestro chisme: Un año después la orden del despacho arquitectónico de Héctor Velázquez, es tener las pirámides presentables para la olimpiada. Así que las reconstruyen como escenario de un foro pero a como dios les dio a entender. Con un mezcla de cemento y tierra para que parezcan viejas. 
Lo peor: la zona devastada se convierte en una cancha de atletismo y una alberca que ni siquiera formaban parte del plano original. Se añadieron de último minuto “por si los atletas quieren entrenar ahí”. México tiene los brazos bien abiertos a la modernidad…
 
Video: La Villa Olímpica durante las olimpiadas de México 68

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