Aquel día especial

 “El primer concierto masivo que hubo en la ciudad”
 
Quiosco de la Alameda Central
 
Aunque quedó en el 6to lugar del Festival Eurovisión 1967, su fama le permitió actuar en el Madison Square Garden, en el Olympia de París, en la Ópera de Sídney, en el Radio City en Nueva York y en la Ópera de San Petersburgo; pero quizá el concierto más memorable de aquella década ocurrió en el pequeño quiosquito de la Alameda Central. Esta es la historia del día en que Raphael, un personaje que parece más mexicano que español, presentó un concierto público en México.
 
Su viaje a México estuvo lleno de anécdotas y recuerdos. Raphael tenía 22 años cuando llegó a presentarse en “El Patio”, la gente lo había visto cantando en Canal 2 y en esa entrevista con Guillermo Ochoa. Ochoa aseguraba que en España había 3 gobiernos, el de Franco, el del Cordobés y el de Raphael. Raphael por su parte, decía que después de una gran actuación siempre llovía y aquel día no sería la excepción.
 
En el marco de la Olimpiada Cultural de México 68, la Dirección de Acción Social del DDF tenía preparada una sorpresa. El 9 de febrero se anunció que Raphael cantaría gratuitamente en el kiosco de la alameda el 11 de febrero de 1968. En dos días una masa de personas ya se habían enterado y habían apartado su día para acudir al lugar.
 
Alameda Central
 
Desde las 6 de la mañana la multitud ya había llenado la plaza frente al kiosco de un concierto que empezaría 7 horas después. Para cuando llegaron las sillas para el evento, el primer canto de batalla sonó entre los asistentes que no querían perder su lugar preferencial. Hubo varios grupos y estudiantinas que se presentaron a lo largo de esas 7 horas, pero nadie les ponía atención porque el público estaba muy ocupado empujándose buscando un espacio para mirar. La Dirección de Acción Social esperaba cientos de asistentes… y llegaron 40 mil.
 
Solo había 200 policías para resguardar el concierto. La llamada a la estación de policía advirtiendo el caos en la plaza acabó con Raphael siendo transportado a bordo de una patrulla hasta la avenida Hidalgo en donde en punto de la 1:30 una sirena asediada por la gente anunció su llegada. La audiencia corrió a chiflidos a la brasileña Carmen Alves y su trio que aún se encontraban en el escenario cuando Raphael llegó. La multitud provocó que los motociclistas que custodiaban la patrulla chocaran. Y en pleno caos, lo primero que Raphael hizo fue subirse en el toldo de la patrulla y saludar al público que lo adoraba.
 
Sillas en las fuentes, desmayos y gente en los árboles
 
El director de Acción Social pedía orden a cambio de no cancelar el show pero en su crónica Jorge Vázquez decía que “hacía falta algo más que advertencias cuando cuarenta mil personas se pisoteaban entre sí y luchaban por sobrevivir”. Cuando finalmente salió Raphael al escenario la turba se exaltó. La gente se metía en las fuentes para alcanzar lugar, se colgaban de las estatuas y se trepaban en los árboles para ver lo que pudieran ver.
 
Raphael primero cantaría con orquesta, luego con el mariachi Vargas y finalmente con músicos de nuevo. Todos esperaban oírlo cantar “Mi gran noche” pero ese momento jamás llegó. Sin poder controlar al público, se dio la orden de que al terminar la presentación con mariachi, se cancelara el resto del show. Las luminarias estaban a su máxima capacidad, ni siquiera los hormigueros de los jardines estaban tan llenos. Gente se asomaba desde las ventanas de los hoteles de enfrente y era imposible siquiera caminar por la Avenida Hidalgo. Entonces el divo de Linares acompañado de un mariachi comenzó a cantar “la llorona” y “fallaste corazón”.
 
Raphael en la Alameda Central
 
Entre el éxtasis del momento, un camión de la policía tuvo que rescatar al cantante porque la patrulla le quedó chica. De nuevo la rechifla sonora contra la autoridad que esperaba ingenuamente un orden modelo, sonaba en el parque. Fue el primer concierto masivo de México y el saldo estuvo lejos de ser blanco: 70 desmayos de señoritas emocionadas, 25 niños perdidos, 48 lesionados y una Alameda que parecía campo de guerra como en plena intervención con su pasto arrancado de raíz, postes caídos y estatuas al borde del colapso. Lodo, basura, ramas quebradas; una Alameda escandalosamente destrozada recibiría a los atletas de la olimpiada.
 
A lo largo del año, el kiosco siguió presentando su programa cultural. Ahí pasaron Celia Cruz, Lola Beltrán, José Alfredo Jiménez, Pedro Vargas, pero ninguno superó a Raphael. Mientras su madre y su representante, iban dentro de una patrulla siguiendo el camión del que los policías lo protegían, Raphael salió a la ventana del camión saludando y despidiéndose victorioso entre gritos y aplausos. “México, ténganme presente porque yo a ustedes siempre los tengo presente” diría exactamente un lustro después. 
 
Alameda Central previo a su remodelación
 
*Este chisme fue originalmente escrito para Warp.la (fue editado para este blog).

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