La mayor utopía de ciencias
“Las paredes de hormigón con 1.5 centímetros de ancho”
En
la era nuclear, la medición de las partículas del espacio que
bombardean la tierra era esencial para la ciencia moderna de los años 50. Pero su
estudio no era tan fácil pues los aparatos tenían que estar en un
edificio alto, cuidados del clima las 24 horas, sin mencionar el
mantenimiento constante al aire acondicionado que enfría los aparatos. Para estar a la altura de la ciencia moderna, la Facultad de Ciencias de la UNAM solicitó la construcción de un edificio que pudiera servir para medir las partículas del espacio, pero no era cosa fácil.
La altura era relativamente fácil de resolver por ubicarse en la ciudad más alta del mundo en un tiempo donde el cielo despejado estaba muy lejos de la contaminación de la urbe. El
arquitecto Jorge Reyna debía lograr un edificio con una bóveda pero
hacerla de aluminio interferiría con los aparatos y el plástico lo convertiría en un invernadero, la única solución era construir un edificio
con 20° de horizonte libre con paredes tan delgadas que permitieran
captar el golpe de las partículas.
Las exigencias de la Facultad de Ciencias de la UNAM colmaron la paciencia de Reyna quien terminó por llamar al contratista Félix Candela de “Cubiertas Ala” para aplicar una cubierta cilíndrica de hormigón en el edificio. El problema era que la bóveda de Reyna no podría sostenerse por el peso y no lograría la angostura adecuada. La solución hallada por Candela fue crear dos paraboloides hiperbólicos que se reducían de angostura conforme la altura por mero uso de la física. Una cubierta, fuera de lo común.
Así se inauguró el 23 de
agosto de 1951 el pabellón de Rayos Cósmicos de la UNAM. Fue uno de los
pocos edificios que Diego Rivera rescató de su dura crítica a la
arquitectura de la universidad, comparándolo con una artesanía de barro
cocido y añadiendo: “Como problema constructivo es extraordinariamente
interesante por la ligereza del cascarón”. El alarde técnico logrado con
un presupuesto tan limitado, propició que el gran arquitecto
expresionista Erich Mendelsohn la diera a conocer en todo el mundo
lanzando a Candela a la fama.
Candela había usado por primera vez los paraboloides y desde entonces serían la constante de sus obras. Le llamaron “la mayor utopía de la Facultad de Ciencias” y funcionó activamente hasta que la UNAM creció. Primero la construcción de la Facultad de Medicina le quitó estética y más tarde la de Odontología. La falta de historiadores en el campo científico mexicano no nos permite conocer en qué momento el pabellón dejó de funcionar ni lo que se descubrió dentro, pero en el ámbito del arte y la arquitectura es un hito mundial. Los paraboloides serían usados por todo el mundo por su estética y por abarcar grandes espacios a bajo costo.
El edificio hoy es una bodega (aunque digan que es Ludoteca y Centro de Ajedrez). Afortunadamente conserva sus cualidades arquitectónicas de las que solo los expertos saben el secreto: Están parados frente a un edificio con una cubierta que va de 2 a 1.5 cm de ancho; el primer paraboloide de Candela; y cuyo peso es de apenas 40 kilos por metro cuadrado; ni de lámina ni aluminio, sino completamente de hormigón.
Candela había usado por primera vez los paraboloides y desde entonces serían la constante de sus obras. Le llamaron “la mayor utopía de la Facultad de Ciencias” y funcionó activamente hasta que la UNAM creció. Primero la construcción de la Facultad de Medicina le quitó estética y más tarde la de Odontología. La falta de historiadores en el campo científico mexicano no nos permite conocer en qué momento el pabellón dejó de funcionar ni lo que se descubrió dentro, pero en el ámbito del arte y la arquitectura es un hito mundial. Los paraboloides serían usados por todo el mundo por su estética y por abarcar grandes espacios a bajo costo.
El edificio hoy es una bodega (aunque digan que es Ludoteca y Centro de Ajedrez). Afortunadamente conserva sus cualidades arquitectónicas de las que solo los expertos saben el secreto: Están parados frente a un edificio con una cubierta que va de 2 a 1.5 cm de ancho; el primer paraboloide de Candela; y cuyo peso es de apenas 40 kilos por metro cuadrado; ni de lámina ni aluminio, sino completamente de hormigón.
...el nombre del arquitecto del pabellón de rayos cósmicos en la UNAM Ciudad Universitaria es Jorge González Reyna con la colaboración de Félix Candela Outeriño...
ResponderBorrar...la cubierta con dos paraboloides tiene un grueso de... no es ´´ancho´´...
...en efecto hay falta de información para la historia de uno de los hitos en Ciudad Universitaria... y lo más triste es el abandono y el uso actual de un ícono de la arquitectura contemporánea y parte de la historia de UNAM...