Las figuras del embrujo

 “¿Cómo curar el mal aire?”
 
Figurillas para el mal aire (Fotos: Mario Yaír T.S.)
 
Si uno visita las cuevas o las minas abandonadas, es probable que se encuentre de pronto con pequeñas figuritas de barro posadas sobre un montoncito de rocas con un listón rojo amarrado. Los arqueólogos y antropólogos no tienen miedo en tocarlas, pero cuando algún oriundo las encuentra lo mejor es dejarlas ahí porque saben que es un embrujo curandero para el mal aire.
 
Es una práctica antigua. Tanto, que muchas de las figuras que se han hallado suelen ser de los siglos XVII y XVIII. Se les llaman cuadrillas porque cuando los científicos las hallaron por primera vez, la mayoría representaban figuritas cabalgando a caballo. Muchas de ellas tenían alusiones a María montada en un asno, a ángeles, a animales del campo o a cortesanos, por eso se supo de inmediato que pertenecían a figuritas propias de un nacimiento novohispano pero ¿Qué hacían dentro de las cuevas?
 
Al ser figuritas usadas para la liturgia popular, se les concedían poderes mágicos que podían ayudar con los pequeños malestares de la vida, principalmente el mal aire. El mal aire es una enfermedad que se contrae al caminar por lugares con malas vibras como el sitio donde murió alguien o frente a un velorio desconocido. Entonces el aire entra al cuerpo enfermando a la persona con punzadas, dolores de cabeza, debilidad o diarrea. 

Cuadrillas de nacimientos novohispanos
 
Aunque los tratamientos contemporáneos implican huevo, sahumerios o frotadas, en los tiempos virreinales y en las comunidades indígenas más apegadas a la tradición, consistían en las cuadrillas. Esto implicaba tener a la mano un listón rojo, unos cigarros, aguardiente, tamales y una figurita del nacimiento puesta recientemente o hecha especialmente para la curación.
 
Con el enfermo dormido en un cuarto silencioso sobre un petate, el curandero ata un cigarro a cada figura de la cuadrilla con el listón rojo. El cigarro ayuda a que el mal aire se filtre y la figura a comunicarse con el mundo celestial. Acto seguido inicia una limpia con aguardiente, tamales y las figuras preparadas con las que se debía recorrer todo el cuerpo. Mientras tanto un grupo de rezadoras rodeando el cuerpo deben hacer sus oraciones. Se sabe que la curación ha terminado cuando las rezadoras de pronto olvidan las oraciones que saben de memoria o se les va la voz. En ese momento el curandero debe correr a la cueva más cercana para devolver el aire al inframundo de donde proviene ofrendando figura, tamales y aguardiente en la cueva. 
 
Muchas de las figuras utilizadas para este ritual novohispano se encuentran custodiadas dentro del Museo Rafael Coronel en Zacatecas. Fueron encontradas en cuevas como dicta la tradición. En el museo, una sala repleta de cuadrillas que además, resulta ser una antigua capilla del convento de San Francisco, las exhibe con todo su esplendor. 
 
Cuadrillas del Museo Rafael Coronel

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