Amor no vanidad
“La historia detrás del castillo de
la Finca Douglas”
Era el año 1307 al suroeste de
Escocia. La guerra de independencia escocesa contra los ingleses toma un camino
desastroso luego del asesinato de John Comyn. Los ingleses mantienen tomado el
primer castillo del siglo XIII, una fortificación construida en una aldea de
South Lanarkshinre. Aquel había sido el castillo familiar de Sir James Douglas
y aquel día estaba dispuesto a recuperarlo. A cierta hora del día, las
guarniciones inglesas al mando de Lord Clifford iban a tomar misa en la
capilla, ese era el momento idóneo de entrar al castillo que conocía como la
palma de su mano.
Sir James envió a su ejército y
desprevenidos los mataron a todos arrojándolos al sótano. En ese momento Sir
James tomó un tronco con fuego y se acercó a las vigas de madera de la
fortaleza. De pronto el sonido de un platillo interrumpe la imagen. La orquesta
empieza a tocar un foxtrot y las parejas entran a bailar a la pista. Se chocan
las copas con champagne y todos le piden al Lic. Ortega que deje de contar la
historia de su familia y baile con la novia.
Es el 22 de mayo de 1925 en
Aguascalientes. El humo del cigarro, los peinados a la garçon y el oloroso
aroma de las flores blancas alegran el banquete. El novio es el Sr. Edmundo
Ortega Douglas, celebre licenciado de renombre que dentro de 20 años logrará
enviar al ejército contra el movimiento ferrocarrilero de 1948. La novia es
María del Carmen Llaguno Cansino, una recatada mujer de ojos primorosos a quien
había conocido en aquella ciudad.
Lo que más destaca de la fiesta no
es el excéntrico banquete. Tampoco lo fue la alfombra roja que iba del Templo
de San Antonio hasta el jardín del banquete. Lo memorable es que aquella fiesta
era exclusiva para presentar el regalo de bodas del señor Douglas a su
prometida. Por eso ahí estaba la cremé de la cremé hidrocálida.
- Y cuéntenos señor Mariscal, ¿qué
fue lo que hizo?
- Pues inspirado en la historia del
castillo Douglas, propiedad de los ancestros de nuestro anfitrión, presento a
usted el castillo Douglas mexicano, el Castillo Ortega-Llaguno.
Es un castillo construido a la
usanza medieval con piedras de San Luis Potosí colocadas ingeniosamente por
Refugio Reyes siguiendo el diseño del arquitecto Federico Mariscal. Al frente,
una heráldica muestra la leyenda “amor ne vanitate” que Douglas presume a su
amada – este es el regalo que te doy con todo mi corazón.
Pero no está terminado. De acuerdo a
la tradición medieval, la puerta por la que una pareja de recién casados entra
a su nueva casa debe ser sellada con una chimenea para que el amor no escape
jamás. La gente se reúne alrededor de la puerta con las copas, el señor Douglas
se prepara para cargar a la novia y en un simpático ritual entran a la casa.
Entre aplausos y vivas, Refugio Reyes comanda la colocación de las piedras que
sellarán la última chimenea de la casa.
El amor escapó, pero todo tiene que
acabar. Mientras la señora Llaguno viajaba en un tren con rumbo a la ciudad de
México, un descarrilamiento acabó con su vida el 16 de noviembre de 1967.
Ortega no pudo soportar la soledad y le siguió el 12 de febrero de 1969. Uno de
sus hijos, heredero del castillo, lo convirtió en un taller mecánico. El tiempo
fue acabando con su esplendor, pero no con la historia que todos en
Aguascalientes conocen. Al otro lado de la barda, hay un castillo construido
con amor.
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