El peso de la piel
“Así ocurrió la masacre de los 33 negros”
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Detalle de "Nos discriminan" de Javier Martínez Pedro, 2016 (Fotos: Mario Yaír T.S.) |
En
el templo de la Merced, una muchedumbre imponente se da cita. Son 1500
miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de la Merced formada por
negros y mulatos; todos con claras muestras de enojo y hartazgo. Se
reúnen a enterrar a una mujer miembro que murió en manos de Luis Moreno,
su dueño, el hombre que la golpeó hasta la muerte.
La alta sociedad novohispana no entiende el comportamiento de esas personas que tras el velorio levantaron en silencio el cuerpo de su compañera frente al palacio del arzobispado, frente a los balcones del virrey, frente a la Inquisición, y finalmente devolviéndolo a casa de Luis Moreno; porque la esclava, aun muerta, le pertenecía. Entonces arrojaron piedras y comenzaron a insultarlo.
Los blancos aristócratas se sentían indignados pues les habían permitido a sus esclavos hacer bailes, vestirse con ropas caras, casarse y velar a sus muertos ¿Qué más querían? La respuesta de la autoridad fue inmediata. Enseguida llegó la guardia a detener a los que consideraron líderes de la manifestación. Despojados de sus ropas los llevaron al zócalo y los azotaron públicamente, incluyendo a un anciano llamado Diego que poco tuvo que ver en los hechos.
La alta sociedad novohispana no entiende el comportamiento de esas personas que tras el velorio levantaron en silencio el cuerpo de su compañera frente al palacio del arzobispado, frente a los balcones del virrey, frente a la Inquisición, y finalmente devolviéndolo a casa de Luis Moreno; porque la esclava, aun muerta, le pertenecía. Entonces arrojaron piedras y comenzaron a insultarlo.
Los blancos aristócratas se sentían indignados pues les habían permitido a sus esclavos hacer bailes, vestirse con ropas caras, casarse y velar a sus muertos ¿Qué más querían? La respuesta de la autoridad fue inmediata. Enseguida llegó la guardia a detener a los que consideraron líderes de la manifestación. Despojados de sus ropas los llevaron al zócalo y los azotaron públicamente, incluyendo a un anciano llamado Diego que poco tuvo que ver en los hechos.
Por eso en las cercanías de la ciudad, Pablo y
María, esclavos angolanos de Cristóbal Henríquez, fueron nombrados en
una ceremonia, rey y reina de los negros. Todas las personas ahí
reunidas acuerdan comenzar una rebelión y asesinar a los dueños blancos a
la señal de sus rituales africanos. Los cazaron como animales en
África. Los separaron de sus familias. Los llevaron en condiciones
infrahumanas por galeras hasta la Nueva España. Los vendieron como
mercancía en Azcapotzalco. Los torturan diariamente. Y los blancos se
preguntan con desdén ¿qué más quieren?
Pero en la primavera de 1612, la insalubridad acaba con la vida de Pablo y al momento del funeral en el Templo de la Merced el rito católico se olvida. Bailan y cantan cosas jamás vistos por los frailes. Untan el cadáver en vino y aceite y al meterlo a la tumba arrojan a uno de los negros cubierto de polvo a la fosa. En el éxtasis de la ceremonia el hombre sale con un arma en la mano. Es la señal que todos esperan para comenzar la rebelión. Tendrá lugar el jueves santo…
A unos días de iniciar la revuelta, en una taberna dos cazadores de esclavos portugueses escuchan hablar a un grupo de Angola que bebía dentro. Una mujer se queja de los abusos de su amo, pero el grupo la tranquiliza y le recuerdan el plan de rebelión. Más y más esclavos se han sumado a los largo del año. En completo silencio los portugueses que entienden su lengua, alertan a la Real Audiencia. Las acciones son rápidas pues el jueves santo está a la vuelta de la esquina.
Pero en la primavera de 1612, la insalubridad acaba con la vida de Pablo y al momento del funeral en el Templo de la Merced el rito católico se olvida. Bailan y cantan cosas jamás vistos por los frailes. Untan el cadáver en vino y aceite y al meterlo a la tumba arrojan a uno de los negros cubierto de polvo a la fosa. En el éxtasis de la ceremonia el hombre sale con un arma en la mano. Es la señal que todos esperan para comenzar la rebelión. Tendrá lugar el jueves santo…
A unos días de iniciar la revuelta, en una taberna dos cazadores de esclavos portugueses escuchan hablar a un grupo de Angola que bebía dentro. Una mujer se queja de los abusos de su amo, pero el grupo la tranquiliza y le recuerdan el plan de rebelión. Más y más esclavos se han sumado a los largo del año. En completo silencio los portugueses que entienden su lengua, alertan a la Real Audiencia. Las acciones son rápidas pues el jueves santo está a la vuelta de la esquina.
Grabados de Toledo en torno a la esclavitud |
Se suspenden las procesiones del jueves
santo de abril de 1612. Todas las cofraternidades de negros y mulatos
quedan suspendidas. Se prohíbe a las pieles obscuras portar armas y
reunirse en grupos mayores de 4 personas sin importar el asunto. El 17
de abril hay toque de queda para todos los esclavos de la ciudad y se
avizora a los amos mantenerlos vigilados. Amarrados con mecates y
cadenas, privados de agua, azotados en las mansiones o encerrados en los
cuartos por sus amas, todos quedan desconcertados. No pueden tomar
acción porque las autoridades sospechan. El silencio y el miedo inundan
la ciudad. Nadie se alza porque los líderes no lo han dicho.
Un mes después aparece la noticia. El 2 de mayo de 1612 la autoridad virreinal anuncia que fueron capturados los líderes de la rebelión. Se escondían en casa de un mulato libre donde ocultaban armas por toneladas y cajas de seguridad. Son las 9 de la mañana en la Plaza Mayor de la ciudad y en ese momento los 33 hombres y mujeres son ahorcados frente a una multitud blanca que los tacha de bárbaros y desagradecidos. Como nadie quiere verlos, sus cuerpos son retirados por la noche y descuartizados. Las cabezas se colocan en picos a las entradas de toda la ciudad, en los barrios pobres, junto a los acueductos y en las garitas como advertencia. La autoridad virreinal no volverá a soportar otro caso como el de Yanga cuya rebelión no han podido sofocar. La acción da efecto, las castas más oprimidas no volverán a alzar la voz por otros 100 años. Y el destino dictado por el color de piel, dura hasta hoy, una eternidad.
Un mes después aparece la noticia. El 2 de mayo de 1612 la autoridad virreinal anuncia que fueron capturados los líderes de la rebelión. Se escondían en casa de un mulato libre donde ocultaban armas por toneladas y cajas de seguridad. Son las 9 de la mañana en la Plaza Mayor de la ciudad y en ese momento los 33 hombres y mujeres son ahorcados frente a una multitud blanca que los tacha de bárbaros y desagradecidos. Como nadie quiere verlos, sus cuerpos son retirados por la noche y descuartizados. Las cabezas se colocan en picos a las entradas de toda la ciudad, en los barrios pobres, junto a los acueductos y en las garitas como advertencia. La autoridad virreinal no volverá a soportar otro caso como el de Yanga cuya rebelión no han podido sofocar. La acción da efecto, las castas más oprimidas no volverán a alzar la voz por otros 100 años. Y el destino dictado por el color de piel, dura hasta hoy, una eternidad.
Muy interesante, gracias.
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