Nosotros los conquistadores

 “De como los tlaxcaltecas no permitieron olvidar que la conquista se logró gracias a una alianza indígena
 
Lienzo de Tlaxcala (Fotos: Mario Yaír T.S.)
 
¡No era justo! (y no lo era). Ahora que había nacido la Nueva España, los tlaxcaltecas hervían de ira. La corona había establecido un virreinato en el cual las distintas provincias conquistadas debían pagar un tributo al imperio. El problema era que todos pagaban la misma cantidad y aquello no era justo para los tlaxcaltecas que se habían aliado con los españoles para vencer a Tenochtitlán. Era una traición de estado, por eso había que hacer algo.
 
Tlaxcala para entonces ya tenía ciertas distinciones. Sus tierras no eran tocadas por los españoles, su gobierno era indígena, tenía su propio escudo e incluso se le otorgó el título de “Leal”. No había ningún otro sitio en donde los indígenas pudieran portar armas ni andar a caballo; por eso cuando se les comenzó a exigir pago de tributo y ayuda en la construcción de Puebla, el gobierno indígena quedó indignado. Los tlaxcaltecas querían ser reconocidos como conquistadores.

Retrato de uno de los señores de Tlaxcala

A petición del Cabildo de Tlaxcala se dispuso en 1552 que “en relación al yaotlacuiloli [escrito de guerra] de cuando vino el marqués y de las guerras que se hizo en todas partes, todo se reunirá se escribirá para que se lleve a España”. Dicho y hecho se planificaron tres lienzos en manta con toda la historia de la conquista pero situando la alianza tlaxcalteca como un momento clave para la victoria. Uno se enviaría al emperador, otro al virrey y uno más quedaría en el cabildo.
 
El Lienzo de Tlaxcala es la historia de la conquista pero desde la visión de los indígenas victoriosos; los de la alianza con Cortés. Sin embargo no dejaba de ser un documento político, por lo tanto hay que tener cierta desconfianza al verlo. El elemento principal es el escudo que les otorgó el rey Carlos V, enseguida aparecen muchas adulaciones pictóricas. 
 
Lienzo de Tlaxcala
 
No se cuentan las batallas que Cortés tuvo con los tlaxcaltecas, sino que aparecen como alianzas amistosas de ofrenda y tributo. No se menciona la forma en que se impuso la religión católica, simplemente se muestra el establecimiento de la cruz como algo que los señoríos recibieron con los brazos abiertos. Los indígenas aparecen como los primeros bautizados con fe y alegría. Y sobre todo, no cuentan la existencia del resto de señoríos aliados. Los tlaxcaltecas se encargaron de borrar todo rastro de los chalcas, los cholultecas, los totonacas o los acolhuas para hacerse ver como los únicos fieles y leales al imperio. 
 
De los tres lienzos hoy no queda ninguno original, todo lo que se conserva son copias o copias de las copias. En un rompecabezas con el que historiadores y arqueólogos se han entretenido durante años. Pero lo que no lograron las armas lo hizo la burocracia. Al transcurrir de los años y con la aparición de la clasificación por castas, poco importó al resto del virreinato el origen conquistador de los tlaxcaltecas cuando la raza era indígena.
 
El lienzo que los mantuvo protegidos por poco más de 300 años se convertiría en un arma de doble filo. Con el nacimiento del México independiente y las nociones de un nacionalismo no hispánico, los tlaxcaltecas serían popularmente conocidos hasta hoy como los grandes traidores de una patria que no existía. Un mote que ningún lienzo conocido o desaparecido, ha podido eliminar.
 
Palacio de Gobierno de Tlaxcala
¿Te interesa la Historia de México? 
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de facebook aquí
 

Comentarios

Más vistos

Un encuentro con la fiera del Fru-Fru

Requiém para el Cine Ópera

El último momento

Un sueño en el olvido

Los motivos de Sor Filotea