Pecado de idolatría
“De como fray Juan de Zumarraga
inició un proceso inquisitorial contra un cacique indígena”
Hoy, siendo 30 de noviembre de 1539,
yo fray Juan de Zumárraga, nombrado protector de los indios por la difunta
reina Isabel de Castilla, declaro y sentencio. Que habiendo llegado a estas
tierras y siéndome conferido el cargo de inquisidor apostólico, convoqué a los
señores indígenas de Tezcuco el 5 de julio de 1539 y habiéndose reunido ante
mí, los amonesté a denunciar cualesquiera de actos de idolatría que supiesen o
realizasen en la sierra de Texcoco con promesa de perdón si abandonaban dichas
supersticiones.
Por tanto el 7 de julio los señores
y sus criados, guiándome por un cerro donde el rey Nezahualcóyotl tenía palacio
y jardines, mostraronme ante mi cuantas tallas del demonio Tláloc había en el
cerro en donde tenían por dicho que aun realizaban los indios ofrendas y
sacrificios. Ordené quebrar y deshacer cuantas figuras encontramos y darles
fuego además de quitar formas y figuras a las casas de manera que no quedase
memoria de ellos so pena de herejía. Y ordene que cualquier material de valía,
siendo oro o plata, fuera entregando ante este tribunal resultando confiscadas
siete barras de oro con que los indios hacían ofrecimiento a sus demonios.
Llegome la noticia de que uno destos
señores con nombre Don Carlos Ometochin que en lengua de indio se dice
Chichimecatecotl Ometochzin, nieto del rey Nezahualcóyotl, educado bajo amparo
de don Hernán Cortés, quien nombrolé gobernador del pueblo de Tezcuco, con poco
temor de Dios, olvidando a Nuestro Señor y a su fe y doctrina santa, ha
idolatrado y sacrificado y ofrecido a los demonios en este cerro. Los indios lo
acusan de tener en el dicho pueblo de Tezcuco, en una casa suya, dos
adoratorios de sus ídolos con guardias puestos en la casa para que los
guardasen y reverenciasen, entrando Don Carlos de noche y de día a ofrecer y
sacrificar.
Esto ha escandalizado y alborotado
mucha gente desta Nueva España porque parece el dicho Don Carlos a los indios
querelos dogmatizar, volver y restituir a las herejías y errores antiguos. Pero
como tienen bien plantada y arraigada la verdadera fe y entendiendo en Dios por
su misericordia, aquellos que han visto y oído a Don Carlos proferir herejías,
por haber perturbado sus corazones, acusándole de adorador de demonios ante mí.
Llevado el dicho Don Carlos ante
este el palacio del obispo y con presencia de traductores que hablen su lengua,
confiscadas sus cosas y bienes, Don Carlos refiere que desconoce las causas y
que los señores de Tezcuco ambicionan su puesto. Que por causa de su energía y
severidad por castigar a los indios en sus abusos y vicios, estos le han
inventado hereje y que por esto lo acusan.
En cargo de inquisidor, ordené
entrar a la casa confiscada en busca de cuantas pruebas de idolatría se
encontrasen y los alguaciles deste tribunal declaran que en dicha huerta
encontraronle hileras destas figuras iguales al cerro de Texcoco ocultas bajo
tierra que eran muchos y de muchos nombres, y también dentro de las paredes
desta casa y encalados por encima porque no se viesen. Don Carlos declaró
questos ídolos no conocía y que si conocía estuvieron ahí por muchos años pero que
no hacía rito ni adoración alguna por saberlo insulto contra Dios.
Cuando este tribunal llamó a
confirmar a los testigos, estos declararon que nunca habían vistole con ojos
propios hacer sacrificio ni ritual algunos pero de la misma manera no habían vistole
en misa ni en práctica religiosa alguna y habían escuchadole dogmatizar en
herejía. Llamado a este tribunal a su hijo, descubriose que este no sabía nada
sobre la fe verdadera y no sabía aun persignarse puesto que su padre Don Carlos
le ordenaba no asistir a la iglesia por considerar las enseñanzas de los
frailes en mucho odiosas.
Habiendo descubierto que Don Carlos
vive amancebado con otra mujer que no es la suya, dogmatizar, mantener ídolos
demonios en su casa sin haberlos declarado ante mi, y no confesar sus yerros,
yo fray Juan de Zumárraga, inquisidor apostólico desta Nueva España declaro a
Don Carlos Ometochin hereje dogmatizador con sentencia a ser entregado al brazo
secular con condena de muerte por hoguera. Y que habiendo pedido misericordia, se
le aplique garrote vil para después ser quemado en el caldaso y reducido a
cenizas para que de herejía nada quede., cumpliéndose el acto en la plaza
pública de México como ejemplo a todos los señores desta Nueva España a poner
fin a sus idolatrías ejecutándose esta sentencia el día de hoy.
En el palacio del obispado de la
civdad de México a 30 de noviembre de 1539. Fray Juan de Zumárraga. Protector
de los Indios del imperio español.
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