Sagrada confesión

 “De como salió a la luz un escandaloso caso de sodomía virreinal”
 
Colegio de San Pedro y San Pablo (Fotos: Mario Yaír T.S.)

Gerónimo Calbo vivía con sus cuatro tías cerca del Colegio de San Pedro y San Pablo en el barrio de San Gregorio. Ellas eran dueñas de una panadería en la cual el joven mestizo trabajaba pero en una ocasión en que ellas tuvieron que salir, quedó solo con un indio panadero. Ya se conocían desde hacía tiempo y sentían algo más que simple amistad, por ello estando solos en el negocio comenzaron a besarse y acabaron en una relación sexual. 
 
Pasado algún tiempo, cuando Calbo llegó a los 19 años, enfermó de tabardillo; un mal producido por las picaduras de las chinches que lo tiró en cama con fiebres altas y delirios constantes. La piel parecía pudrirse ante sus ojos. Creyendo sus tías que estaba próximo a morir, llamaron a un fraile jesuita para darle la extremaunción. Fray Matheo le dio los sacramentos y se retiró dejando al muchacho a sus expensas, pero apenas días después se encontró con una de las tías en la calle quien le dio la buena nueva de que Calbo se encontraba recuperándose; aún en cama, pero ya mejor. Fray Matheo fue a visitar al muchacho solicitándole que si algo más hubiera que no confesó, lo dijese. Calbo guardó un largo silencio antes de revelar el pecado nefando con el indio que tuvo en la panadería.
 
Interior del antiguo templo de San Pedro y San Pablo
 
Fray Matheo lo miró y le preguntó en donde lo había tocado el indio exactamente. Calbo señaló sus brazos, y el fraile le tocó los brazos, luego el pecho y el fraile le tocó el pecho, y finalmente las “partes vergonzosas” y el fraile lo tentó - Si volvieses a necesitar auxilio religioso… o de cualquier tipo… no dudéis en visitarme hijo mío.
 
Y así fue. Cuando Gerónimo recuperó la salud visitó al fraile en su celda del convento y ahí tuvieron relaciones sexuales. Las descripciones de la época cuentan que Fray Matheo “encargándole el secreto después, le dio  unas  tablillas  de  chocolate,  y  un  real […]Y de allí a tres días, una tarde cerca de la oración volvió este testigo a ver al dicho padre Matheo, que lo hallo en su celda […] y por dos veces aquella tarde cometieron ambos el pecado nefando, sirviendo este de hombre la primera vez, y el dicho padre sirviendo de mujer, y la segunda vez, sirvió de mujer este, y el dicho padre de hombre”.
 
Los inquisidores se vieron unos a los otros. Gerónimo Calbo había sido apresado por la justicia civil en una pesquisa de sodomitas a cargo del Alcalde del Crimen, Juan Manuel de Sotomayor. Calbo dijo al confesor de la prisión sus actos y este lo contó ante la inquisición. Tras un largo silencio uno de los inquisidores habló – regrésenlo de donde lo trajeron -. Calbo fue enviado de regreso a la prisión de corte. 
 
El tribunal eclesiástico no tenía injerencia sobre Calbo pero si sobre los religiosos del reino, por eso el caso era de su completa competencia. Los inquisidores daban vueltas al caso y finalmente lo comentaron entre ellos; había que hacer justicia pero no en este momento. Para aquel entonces, Sotomayor ya tenía cerca de 106 acusados de sodomía a partir de fuertes pesquisas, redadas y confesiones que revelaron decenas de casas en la periferia donde se hacían encuentros entre varones. Entre los culpables había esclavos negros, portugueses, mulatos, zapateros y sastres como Calbo. 
 
Antigua cárcel inquisitorial de La Perpetua
 
Pero los inquisidores sabían que era un mal que ocurría mucho más allá. Iniciar un proceso similar en los conventos de la Nueva España solamente revelaría que las instituciones católicas no eran tan santas ni sus miembros seguían sus reglas. El caso no podía salir a la luz junto al proceso civil de Sotomayor, sobre todo porque sabían por sus informantes secretos que Sotomayor también amañó los casos. De los 26 españoles acusados, ninguno terminó en prisión. De todos los nombres que obtuvo por confesiones, Sotomayor no actuó contra nobles, ni soldados, ni miembros de la corte, ni de renombre… Los inquisidores optan por seguir con cautela y no armar un escándalo; si Sotomayor no lo había hecho, ¿por qué ellos si?
 
El 6 de noviembre de 1658, fueron quemados en la hoguera de San Lázaro los 14 criminales por el delito de la libertad sexual… Entre ellos se encontraba Gerónimo Calbo cuyas tías lo miraban irreconocible desde la multitud que les lanzaba insultos y maldiciones. El virrey Duque de Alburquerque que no supo más que el resto de la población, escribió sobre el abominable pecado que “no está en la causa hombre ninguno de calidad ni de capa negra, sino mestizos, indios, mulatos, negros y toda la inmundicia de este reyno”.
 
Apaciguadas las aguas, el 10 de marzo de 1659 los inquisidores citaron a la tía de Gerónimo que contactó al fraile. Doña Francisca reveló que una ocasión cuando quiso confesarse con él le dijeron que se había ido a Guatemala. Los inquisidores cerraron el caso – que solo se envíe una carta de advertencia, ya es problema de otra jurisdicción…
 

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