Un milagro nada milagroso

“Piratas protestantes, la Nao de Manila y una ¿cruz milagrosa?”
 
Playas de Oaxaca (Fotos: Mario Yaír T.S.)
 
El imperio español crece a pasos demoledores. Sus tierras provistas de riquezas se extienden hasta Asía, de donde provienen las más exóticas rarezas a bordo de la Nao de Filipinas. Pero los piratas financiados por los imperios enemigos, no cesan sus ataques contra las ciudades costeras mexicanas. No solo eso produce escozor, el tema religioso también es un problema, pues mientras el Imperio Español llama y controla todo en favor del catolicismo romano, los ingleses transitan al protestantismo moderado bajo el mando de Isabel I permitiendo una relativa libertad religiosa en su territorio. Por eso cuando la noticia de una enorme flota construida por España amenaza con invadir Inglaterra, la tensión diplomática en Europa va en aumento.  
 
Así llegamos al 6 de agosto de 1587 cuando el pirata de 22 años, Thomas Cavendish, pisó el devastado puerto de Huatulco. Devastado, porque de aquellas fastuosas verbenas que se hacían al recibir la Nao, no quedaba nunca nada. Todo llegaba a la capital y la mayoría hasta España. Aquel puerto de tránsito no era más que un terreno desalmado con unas cuantas casuchas y nada de valor. Apenas 8 años atrás, Huatulco había sido atacada por el pirata Francis Drake de cuyo saqueo no había quedado nada.

El pirata Cavendish en Huatulco

Sabiendo que los españoles y sus vasallos solían quedar en la pobreza para adornar imágenes religiosas con fastuosos retablos dorados, sedas, caobas, joyas y perlas; Cavendish ordenó atacar la capilla; pero el templo estaba tan desnudo como el pueblo, lo cual provocó su indignación.  
 
Por alguna razón destructiva, los piratas quisieron vengarse con una cruz de madera que según la tradición, el mismo Santo Tomás les había llevado a los indígenas. Antes de partir, los piratas amarraron con cuerdas la cruz a sus brcos con el fin de arrancarla de su sitio. Todos abordaron las naves, bajaron las velas y el viento comenzó a alejarlos entre la tranquilidad de la población que se había visto provista de crueles crímenes durante su estadía.  
 
Sin embargo resulta que estaba tan bien clavada la cruz en la arena, que la soga no pudo resistir el embate de la fuerza de los barcos contra la de la cruz y simplemente se reventó. Los piratas ya entrados en la mar, se fueron sin darle más importancia que el desconsuelo de que ni siquiera la cruz habían volcado, y los crédulos habitantes corrieron la voz de que la cruz había realizado un supuesto milagro.  Adornado posteriormente con detalles, la historia se fue contando entre los oaxaqueños como una verdadera proeza. Decían que Cavendish mismo había intentado tirar la cruz a hachazos. Luego se dijo que como no cedía, le habían prendido fuego. Finalmente que usaron el poder de los barcos y que al verla firme los herejes piratas simplemente huyeron.  
 
Capilla de la Cruz Negra de Huatulco
 
Los habitantes de Huatulco construyeron una capilla alrededor de la cruz, luego la desclavaron de la arena y la trozaron en pedacitos para llevarla a todos los templos católicos de importancia. Uno de los trozos de la cruz original quedó en la catedral de Oaxaca donde aún se le venera el milagro de haber permanecido de pie.  Un año después las costas inglesas verían la llegada de la Gran Armada Española, que por circunstancias meteorológicas y las osadías del corsario Francis Drake, sufrieron una sonada derrota. 
 
El optimismo inglés provocaría el siglo siguiente las colonizaciones que acrecentaron el imperio, mientras que España atrapada en el orgullo y la religión, lentamente sucumbiría hasta la caía de la Casa de Austria. Y mientras tanto en México, quedaba el curioso recuerdo lapidario de una cruz alzada entre la miseria, que se negaba a caer.  
 
Milagrosa Cruz de Huatulco

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